miércoles, 23 de mayo de 2012

COMODINES DEL SOMMELIER

La tradición dice que un buen mago jamás cuenta sus secretos ni explica sus trucos. En el trabajo diario, los sommeliers también tenemos que sorprender a nuestros clientes, pero somos algo más generosos y revelamos algunas confidencias de la profesión.

En este último mes, varias personas me han preguntado cuales son los vinos que tomo con más frecuencia, o los que ofrezco a mis amigos cuando me visitan en casa. Es una pregunta algo difícil de responder, pues trato siempre de probar productos diferentes. Sin embargo, estoy dispuesto a develarles algunos de mis vinos de cabecera (aquellos que bebo con asiduidad, que utilizo en eventos y clases, o que me parecen excelentes en su relación precio-calidad).

Si quieren conocer algunos de mis “comodines”, los invito a leer esta breve nota:

Vinos económicos, para quedar bien por poca plata: A veces nos invitan a reuniones familiares o de amigos multitudinarias, donde hay tanta gente que es imposible estimar el gusto por el vino de los participantes. La idea aquí es llevar vinos económicos y que gusten a todos. En vinos blancos una buena opción puede ser el Suris Viognier-Chenin 2011 ($19); un blanco simple y rico, de perfil floral y cítrico, que “pasa como agua”. Si la consigna es beber tintos, los vinos de esta bodega del este mendocino también nos “dejaran bien parados”. Por el ejemplo el Suris Cabernet-Syrah 2011 ($21), tinto liviano, frutado y ágil en boca, que gusta por su sabor directo y sus taninos amables. Estos dos vinos tienen a favor además el encontrarse con facilidad en el comercio minorista, lo que los vuelve doblemente atractivos para estas ocasiones.

Para seducir a quienes no toma vino con frecuencia: Muchas veces me veo en la situación de tener que ofrecer vinos a personas que no beben con asiduidad. En estos casos -que para mi son un pequeño desafío- siempre pienso en vinos suaves, de bajo alcohol y tanicidad. Si ofrezco vinos blancos, la elección suele recaer en el Castel Chandon S/A ($20); un gran clásico argentino, extremadamente ligero y vaporoso, con nariz austera -herbácea, frutal- y una boca veloz y refrescante. Si ofrezco rosados, suelo convidar el Familia Gascón Malbec-Sangiovese Rosé 2011 ($40); otro producto bien liviano y frutado, de trago amable y frescura sostenida en el paladar. Si tengo que cautivar con un tinto, elijo servir el Cicchiti Sangiovese 2007 ($75); un tinto que es “pura seda” en la boca, con sus sabores frutales maduros y su paso liviano y envolvente. Para quienes no me dejan tentarlos con vinos secos, mi última opción es Quara Torrontés Dulce Natural 2011 ($30); un vino salteño muy perfumado, de sabor dulzón, ligero en alcohol y realmente muy entrador.

Rosados para quienes no quieren dejar de tomar tintos: Hay gente muy fanática de los tintos, que no quieren beber otra cosa. Sin embargo, para estos casos tengo “dos ases bajo la manga”. Son dos vinos rosados, de buen cuerpo y estructura, como para no echar en falta a los vinos rojos. El primero es el Portal Andino Syrah Rosé 2011 ($22), una novedad de San Rafael de color cereza oscuro, aromas frutales y especiados, con cuerpo medio y taninos apenas presentes. El otro es el Kaiken Malbec Rosé 2011 ($49), un rosado intenso en todo sentido, que se puede “poner de igual a igual” con las carnes o las pastas y no se notará la ausencia de los vinos tintos en la mesa.

La hora de los espumosos: Un festejo familiar o laboral no puede terminar sin un buen brindis ¿no? Las burbujas suelen ser productos algo más caros que el resto de los vinos, así que su elección debe ser muy esmerada. Para brindis populares se puede probar con el Canciller Extra Brut S/A ($32); un espumoso liviano, fresco y agradable de beber, que “no rompe el presupuesto” en grandes celebraciones. Para convites más pequeños o familiares me gusta servir el Norton Cosecha Especial Extra Brut ($58), clásico espumoso nacional, que gusta a todo el mundo por su elegancia frutal y fina burbuja. Si el brindis es para sorprender a un conocedor, mi elección recae en el Cruzat Cuvée Reserva Brut S/A ($90), un verdadero “tapado” que sorprende por su complejidad de aromas que van desde las peras y manzanas hasta notas de pan fermentando, brioche y almendras. En la boca es un producto seco, de buen cuerpo, perlage elegante y excelente persistencia para el rango. Un espumoso para “hacer chin-chin por todo lo alto”.

¿Tienen ustedes algún vino preferido o “para sorprender”? ¿Me lo quieren contar por aquí? ¡Hasta la próxima copa!

**Esta nota fue publicada originalmente en la web cordobesa de Circuito Gastronómico**

lunes, 14 de mayo de 2012

¿VINO DE DONDE?

La cartografía vitivinícola de nuestro país se ha movido a gran velocidad -y en todas direcciones- en los últimos años. A las zonas tradicionales de Cuyo y el Noroeste, se le han sumado la Patagonia (con una sola bodega centenaria -Humberto Canale-, pero con varios emprendimientos que promedian la década de vida), Córdoba (de larga historia, pero con un notable crecimiento en este período, principalmente a nivel cualitativo) y la zona este del territorio nacional (con pequeñas bodegas productivas en Buenos Aires y la Mesopotamia, además de un viñedo experimental en Misiones).

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Esto es muy bueno para los consumidores, pues permite abrir notablemente el panorama sensorial de los vinos argentinos, descubriendo así productos con diferentes perfiles organolépticos según las zonas productoras. Sin embargo, debe reconocerse también que en muchas de estas áreas la vitivinicultura recién está instalándose (con viñedos jóvenes, muchas veces sin una adaptación suficiente), así que los resultados todavía pueden ser variables y no siempre óptimos.

Un último comentario merece el precio de estos vinos, que suele ser algo más abultado que el de sus equivalentes de regiones más tradicionales. Esto es aceptable y se justifica básicamente por las pequeñas escalas de producción, la dificultad para obtener insumos productivos en zonas marginales y los mayores costos logísticos.

Entonces, si “les pica el bichito de la curiosidad” y pueden gastar unos manguitos, aquí hay una selección de lo más nuevo que ofrece el Vino Argentino:

Vulliez Sermet Chardonnay 2011 ($30): Poca gente lo sabe, pero en la provincia de Entre Ríos la industria vitivinícola floreció varias décadas antes que Cuyo comenzara a perfilarse como la zona preferencial. Sin embargo, algunos avatares históricos hicieron que la producción desapareciera casi totalmente durante el siglo XX. Afortunadamente, con la llegada del nuevo siglo la familia de Jesús Vulliez recuperó una antigua bodega, plantó nuevos viñedos y reactivó la producción regional. El proyecto es aún bastante joven, pero ya pueden degustarse vinos como este. Un chardonnay más que correcto, con una nariz simple y frutal (cítricos, algo herbáceo), acompañado de una boca ligera y fresca. ¡Un blanco novedoso, ideal para acompañar un buen pescado de río a la parrilla!

Cuello Roca Merlot S/A ($33): Una pequeña rareza para buscar y degustar. Un vino elaborado con merlot (cepa de renombre a nivel internacional, aunque poco consumida en nuestro país) en la provincia de Catamarca. Lo elabora con gran pasión el inquieto ingeniero Cesar Cuello Roca, en la pequeña bodega familiar de Tinogasta, siempre con uvas de producción local. Este tinto sorprende por su brillante color, que da paso a una nariz de frutas rojas bien maduras (mermeladas, pasas) y notas terrosas. En la boca el vino es goloso -repitiendo los sabores maduros-, con un cuerpo liviano, taninos suaves y persistencia media. ¡Un rico vino del Noroeste, para llevar al asado de amigos!

Noble de San Javier Cabernet Sauvignon-Malbec 2011 ($35): La bella región de Traslasierra (Córdoba) -que llegó a rivalizar con Colonia Caroya en la producción de vinos locales durante la década del 70`- está recuperando su esplendor de la mano de pequeñas bodegas familiares. De los tres proyectos radicados en la zona, el más atractivo es el lidera el joven e incansable viticultor Nicolás Jascalevich, en las cercanías del apacible pueblito de San Javier. Allí se elabora este rico vino, de corte tradicional argentino. Es un tinto agradable y fluido, que muestra con franqueza su tipicidad varietal (aromas frutales y algo especiados, sumados a una boca sabrosa, ágil y de gran persistencia). ¡Si hay que “ponerse la camiseta” del vino cordobés, esta es una elección segura!

25/5 Cabernet Franc 2009 ($48): La provincia de La Pampa, en el extremo norte de nuestra Patagonia, también se ha incorporado al panorama vitivinícola nacional en la última década, de la mano de esta bodega ubicada en la localidad de 25 de Mayo. Este vino es uno de sus productos más interesantes. Es un tinto de intenso color bordeaux, con aromas frutales, especiados y de crianza (tostado, café). En la boca se muestra frutal maduro y con la madera aún bastante presente -por su juventud-, de buena fluidez y taninos apenas secantes. ¡Un producto diferente, para acompañar unos bifes a la criolla u otro guiso bien contundente!

Viñas Puntanas Tannat 2010 ($50): Este vino llega desde el Valle de Conlara (cercano a la ciudad de Merlo), sumando de esta forma a San Luis al mapa de las provincias productoras. El tinto en cuestión es un producto de uvas tannat muy bien elaborado, de aromas frutales maduros y especiados, con una boca de paso agradable, cuerpo medio y buena persistencia. ¡Buena propuesta para una comida invernal con amigos enófilos!

Piedra Parada Merlot-Pinot Noir 2008 ($85): En la pequeña localidad chubutense de El Hoyo de Epuyén (casi 2000 km al sur de nuestra provincia) están hoy la bodega y los viñedos más australes del mundo. Allí, la firma mendocina Weinert ha comenzado hace un lustro con la producción de vinos. A cargo del emprendimiento está el enólogo Darío Gonzáles Maldonado, quien dejó el calorcito de su San Juan natal para enfrentarse valientemente a los fríos extremos de la Patagonia. De los productos que ya están en el mercado, este es el más interesante y va por su segunda cosecha comercial. En la nariz el vino muestra notas frutadas y algo especiadas (típicas del merlot, sumados a algunos trazos “vegetales” esperables en un clima tan extremo), suavizadas por la presencia del pinot noir; en un conjunto armonioso y agradable. En la boca es un vino de cuerpo medio, acidez bastante elevada y taninos apenas presentes. Es un vino muy diferente, que suele impactar la primera vez que se lo prueba (por su acidez punzante), pero que es fiel reflejo del terruño donde nace. ¡Se me antoja un maridaje excelente para un gigot de cordero patagónico asado!

Punta Corral 2010 ($110): En la lejana localidad jujeña de Maimará (dentro de la Quebrada de Humahuaca, justamente reconocida como Patrimonio de la Humanidad) está el visionario Fernando Dupont con su pequeña bodega. En un clima hostil, a casi 2500 metros de altura y muy alejado de las zonas productoras tradicionales; este arriesgado viticultor logró implantar un pequeño viñedo y desde el año 2007 elabora vinos muy particulares y atractivos. Este vino en cuestión es un blend de amplia base malbec, con pequeños cortes de uvas syrah y cabernet sauvignon. El aroma remite inequívocamente a los vinos del norte argentino; con notas frutales maduras, especiadas y terrosas. Al probarlo se descubre un vino intenso, sabroso, con taninos aún algo marcados y un buen largo de boca. ¡Un producto único, ideal para escoltar un locro picante en un día frío como los que estamos viviendo!

¿Conocen algún otro vino de nuevas zonas vitícolas? ¿Quieren compartirlo aquí con nosotros? ¡Hasta la próxima copa!

**Esta nota fue publicada originalmente en la web cordobesa de Circuito Gastronómico**

martes, 8 de mayo de 2012

DESTINOS CRUZADOS

A través de los siglos, los diferentes cepajes vitivinícolas siempre han estado ligados a su terruño de origen. Así el Malbec siempre fue de Cahors, el Tannat del Madiran, la Syrah de la Côtes du Rhône y la Sauvignon Blanc del Val de Loire (todos en Francia). Esta asociación tan estrecha se debía a largos siglos de adaptación a ese clima y suelo.

Con el descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo en la Edad Moderna, las uvas fueron llevadas allí y naturalmente buscaron zonas geográficas de climatología similar, donde se desarrollaron en plenitud. El Malbec se adaptó de maravillas a la región mendocina de Lujan de Cuyo, el tannat se instaló en las cálidas regiones de Sudáfrica (y en nuestro noroeste), el syrah se hizo famoso en Australia (pero también en San Juan) y el sauvignon blanc prefirió los climas fríos y se fue a Nueva Zelanda y Chile (y a las zonas frescas de Mendoza y la Patagonia).

Hasta aquí todo seguía una lógica biológica -valga el juego de palabras-. Sin embargo, con el trabajo esforzado de ingenieros agrónomos y enólogos de todo el mundo, se pudo “torcer el destino” y adaptar variedades vitícolas a zonas impensadas apenas algunas décadas atrás.

Para tomar como ejemplo a la Argentina, podemos mencionar dos casos emblemáticos. La uva Malbec históricamente siempre estuvo ligada a Mendoza, pero con el tiempo se extendió incansablemente a toda la geografía nacional (lográndose grandes vinos en los Valles Calchaquíes y promisorios exponentes en otras regiones). El indómito torrontés también emigró de su tierra natal en el Noroeste, para desparramarse a lo largo del país (llegando hoy incluso hasta la región patagónica, con ejemplos más que interesantes).

Estas experiencias tuvieron sus altibajos -la naturaleza sabe muy bien donde debe crecer cada cepaje, aunque a veces el hombre no pueda comprenderlo-, pero permitieron experimentar y descubrir algunos vinos diferentes.

Si les tienta la idea de descubrir algunos productos que pertenezcan a esta categoría de “destinos cruzados”, aquí van cuatro propuestas:

Andeluna Torrontés 2011 ($44): Hasta hace algunos años, decir torrontés era decir Salta. Sin embargo, hoy vemos como esta uva a llegado a Mendoza para quedarse. Este blanco es el que más me gusta de los torronteses cuyanos. Es un producto de una frescura increible, con notas florales y cítricas que estallan en la copa embelesando la nariz. Al llevarlo a la boca, entra apenas goloso, para dar paso luego a un vino ágil, de buen cuerpo y moderada persistencia (sin el amargor típico de los vinos cafayateños). Lo probé hace un par de semanas y me pareción un producto excelente, a un precio bastante competitivo.


RD Sauvignon Blanc 2011 ($60): Tuve la suerte -y la sorpresa- de probar este vino en la feria Vinos de Altura a fines del años pasado. Si no me hubieran dicho previamente que provenía de Tacuil (en Salta, a más de 2600 m.s.n.m.), no me lo hubiese creido. Realmente es un blanco que respeta la tipicidad de la uva, a pesar de estar cultivado en una región donde lo último que esperaría uno encontrar es un sauvignon blanc. Al degustarlo aparece un vino fresco, de nítidos aromas herbaceos y frutales -pero sin excesos que a veces parecen artificiales-. En boca es ligero y de acidez amable, invita a tomar más de una copa. ¡Una rareza que merece ser probada !

El Esteco Extra Brut NV ($55): Cuando uno habla de espumosos, siempre se vienen a la mente regiones frías (la Champagne francesa, el Penedés catalán, el norte de Italia, quizás Mendoza o Río Negro). Sin embargo -desde hace ya un par de años- hay que agregar a Salta a esta lista. La tradicional bodega El Esteco (perteneciente al Grupo Peñaflor) elabora este espumoso seco de notable calidad, en base a un corte de uvas chardonnay, torrontés y un pequeño porcentaje de malbec. El producto en cuestión está muy bien. Sus aromas son frutales -manzana y ananá- con algunos toques de levadura; al llevarlo a la boca entra bien seco, generoso en sabor, con buenas burbujas, fresca acidez y notable persistencia. ¡Si no me equivoco, las mejores burbujas del Noroeste!


Fin Tannat 2007 ($120): ¿Quien hubiera pensado degustar un tannat de la Patagonia? Pues la Bodega del Fin del Mundo lo ha hecho posible, a través de su línea de “single vineyards”. De una pequeña parcela experimental -y con un rendimiento muy acotado, que no superó los 5100 kg- se elaboró este vino particular. Al degustarlo a ciegas cuesta decir que es un tannat (seguramente por que tenemos en la cabeza el estilo de los vinos del norte, terrosos y empireumáticos), pero el producto está muy bien. Tiene aromas frutados y algo balsámicos -frescos-; que dan paso a una boca sabrosa, de taninos moderados y buena persistencia. Vale la experiencia de probar un vino diferente, aunque me parece que el precio del producto quizá sea demasiado elevado.¿Han probado ustedes algún otro vino con su “destino cruzado”? Son bienvenidos los comentarios, para seguir descubriendo “perlitas” enológicas.

¡Que viva la diversidad en el mundo del vino! ¡Salud!