DESCONTRACTURADAS BURBUJAS
Leyendo esta semana un informe del Fondo Vitivinícola Mendoza (el organismo público no estatal dedicado a la promoción del consumo de vinos en nuestro país), me enteré sorprendido que una de las categorías de vinos que más ha crecido en ventas en el último año ha sido la de los vinos “frizzantes”.
Estos vinos, también llamados “gasificados”, son en general productos de buena calidad pensados para ocasiones de consumo descontracturadas (discotecas, pubs, etc.). Muchos enófilos suelen denigrar estos vinos por “simples”, quizás por que no reconocen que son la “puerta de entrada” de los jóvenes a esta milenaria, noble y sana bebida.
Nuestro país produce vinos frizzantes sumamente agradables, que vale la pena probar alguna vez. El precursor y líder en ventas en Argentina es New Age ($22), pero también son muy recomendables Septiembre Cool Wine ($17), Frizzé ($15) y Suá ($15).
Bebamos entonces -siempre con moderación- y celebremos con alegría que el vino será declarado en breve nuestra “bebida nacional”. A vuestra salud !!
EL REY DE LOS CEPAJES TINTOS
El Cabernet Sauvignon es, sin lugar a dudas, el rey de los cepajes tintos. Nació en la fresca zona de Burdeos (Francia), pero se ha extendido prolíficamente por todo el mundo; gracias a su gran capacidad de adaptación a diferentes suelos y climas. Así hoy es posible encontrar vinos elaborados con esta uva en países como Estados Unidos (Napa Valley), España (Cataluña), Bulgaria y -por supuesto- Argentina.
En nuestro país esta uva está bastante difundida (es el tercer varietal tinto en cantidad de hectáreas plantadas). Produce excelentes vinos en Mendoza, los Valles Calchaquíes y la Patagonia (con una tipicidad regional muy particular y atractiva en cada zona).
Para descubrir lo que puede dar la uva Cabernet Sauvignon en nuestro territorio, los invito a viajar imaginariamente probando estos vinos: Empezamos en Río Negro con el Humberto Canale Intimo ($30), pasamos por Salta con el Cafayate Reserva ($31), seguimos por Agrelo/Lujan de Cuyo con el Sottano Gran Reserva ($75) y terminamos en el Valle de Uco con el Atamisque ($125). Como ven, mucho para probar y disfrutar… Larga vida al Rey !!
LA REINA DE LAS UVAS BLANCAS
La Chardonnay es, sin lugar a dudas, la reina de las uvas blancas. Nació en la fría zona de Borgoña, de allí pasó a Champagne (ambas en Francia) y luego se extendió prolíficamente por todo el mundo; gracias a su gran capacidad de adaptación a diferentes suelos y climas. Hoy es posible encontrar vinos elaborados con este cepaje en países como Estados Unidos (Napa Valley), España (Cataluña), Chile (Valle del Maipo), Australia (Barossa Valley) y -por supuesto- Argentina.
En nuestro país esta uva está bastante difundida (es el tercer varietal blanco en cantidad de hectáreas plantadas). Produce excelentes vinos en las zonas frías de Mendoza y en la Patagonia; además de ser la base de la mayoría de nuestros vinos espumantes.
Para descubrir lo que puede dar la uva Chardonnay en nuestro territorio, les recomiendo probar los siguientes vinos: Postales del Fin del Mundo ($32), Chateau Vieux ($32), Norton Reserva ($60) y Catalpa Reserva ($80). Como ven, mucho para probar y disfrutar… Dios Salve a la Reina !!
ENIGMÁTICO SYRAH
Quizás la uva tinta con más historias y leyendas sobre su origen sea la Syrah (Shiraz). Algunos autores sitúan su origen -varios siglos antes de Cristo- en la ciudad persa de Shiraz (actualmente Irán). Otros afirman además que fue el vino que bebió Jesús en la Última Cena. Sin embargo, hoy se sabe con certeza que este cepaje nació en la cálida y desértica región del Valle del Ródano (Francia), y que se volvió mundialmente famoso en gran medida gracias a los vinos australianos.
En Argentina existen unas 13.000 hectáreas plantadas con este varietal. Prefiere las zonas cálidas del Noroeste, pero también brinda excelentes exponentes en las zonas templadas de Mendoza. Los vinos Syrah se caracterizan por intensos aromas de frutas maduras, animales (cuero), especiados (canela, clavo) y minerales.
En nuestro país es el tercer varietal tinto en las preferencias de consumo actuales. Para descubrir la rica diversidad que ofrece esta uva, les recomiendo probar algunos de estos vinos: Aguma Edición Limitada (San Juan), Don Diego (Catamarca), La Puerta Reserva (La Rioja), Don David (Salta), La Espera (San Rafael) y Dolium Petit Reserva (Lujan de Cuyo).
SALVAJEMENTE BLANCA
Para quién degusta por primera vez una copa de vino sauvignon blanc, suele ser una inmediata sorpresa descubrir sus frescos aromas vegetales, casi salvajes (ruda macho, ananá, pomelo rosado, pasto cortado, espárragos, maracuya y otras frutas tropicales).
Este cepaje -que muchos reconocen como un clon albino de la uva cabernet sauvignon- nació en la fría y húmeda región del Valle del Loire (Francia), expandiéndose desde allí a otras zonas con características climáticas similares (Nueva Zelanda, EEUU y Chile).
En nuestro país esta variedad se adaptó muy bien en las zonas más frías de Mendoza y de la Patagonia. Aquí, la mayor parte de los vinos sauvignon blanc se elaboran como productos jóvenes -para ser bebidos en el año- conservando así sus vivos aromas, además de su nervio y frescura. Sin embargo, también pueden encontrarse algunos productos fermentados en barricas (que suman estructura y complejidad aromática a la paleta vegetal típica de la variedad), en gamas de precios algo más altas.
Para disfrutar del sauvignon blanc en todo su esplendor -y sin gastar demasiado- les propongo degustar algunos buenos exponentes argentinos como el Trapiche ($18), Lurton Vuelá sobre lías ($32), Punto Final ($40) y La Flor de Pulenta Estate ($45).
MEZCLAR ESTA BIEN
Históricamente -y debido al origen netamente europeo de los inmigrantes llegados al país- en Argentina siempre se elaboraron y bebieron vinos “genéricos” o “blends” (vinificados mezclando dos o más variedades de uvas, en cualquier proporción). Recién en los años 80´ llegó a nosotros la tendencia norteamericana del “varietalismo” (vinos elaborados con una sola variedad de uva), que cambió radicalmente el estilo de los vinos que se consumían en el país, llegando hasta nuestros días con una preferencia de consumo superior al 70%.
A pesar de esta moda, yo recomiendo siempre volver a los vinos genéricos. En estos productos, los enólogos pueden usar su experiencia -y su arte- para combinar las características de diferentes cepajes vitivinícolas -colores, aromas, sabores, estructura-; obteniendo vinos con características únicas e irrepetibles.
Para adentrarse en el inmenso universo que proponen los vinos genéricos, les dejo algunos recomendados. Entre los vinos tintos: Suris Cabernet-Syrah ($15), San Felipe Cepa Tradicional ($23) y Sottano Reserva Blend ($75). Entre los vinos blancos: Goyenechea Chradonnay-Tocai ($18) e Infinitus Semillón-Torrontés ($32). Ojalá descubran, que a veces, está bueno mezclar !!!
SEDUCTORA VIOGNIER
Si se me pide una recomendación sobre un vino blanco suave, amable al paladar y de aromas seductores; siempre sugiero un viognier. Este cepaje -originaria del Ródano francés y bien adaptada a los climas cálidos y templados de nuestro territorio- brinda productos de carácter marcadamente afrutado (con notas de melón, duraznos blancos, damascos, cítricos), además de agradables trazos herbáceos o minerales según las zonas de cultivo.
Las bodegas Lagarde y Familia Zuccardi fueran pioneras en implantar y vinificar este cepaje en Mendoza. Le siguieron experiencias en otras zonas como La Rioja, Salta o la Patagonia. Hoy existen buenos exponentes de esta variedad en toda la geografía vitivinícola argentina. Como todo vino blanco, debe consumirse preferiblemente en los primeros dos años desde su cosecha, para disfrutar de su vibrante frescura y juventud.
Recomiendo dejarse seducir por esta uva encantadora, probando algunos de sus mejores exponentes nacionales: Finca Las Moras ($16), Santa Julia ($21), Altas Cumbres ($35), Finca La Linda ($40), Escorihuela Gascón ($50) y Alma Negra ($90).
ESQUIVO SEMILLÓN:
Si hay una uva blanca argentina que tuvo un destino esquivo, esa fue sin lugar a dudas la semillón. De origen netamente bordalés (centro-oeste de Francia), en nuestro país fue ampliamente utilizada para elaborar vinos blancos de gamas bajas. A pesar de su uso extensivo, desde los años 90´ la superficie implantada con este cepaje decrece, siendo en la actualidad menos del 1% del viñedo nacional.
Los vinos de semillón suelen ser muy austeros en aromas y sabores (suaves notas herbáceas, cítricas o minerales), con buen cuerpo y acidez balanceada. Esta delicadeza los convierte en vinos muy atractivos para comer, pues respetan mucho los alimentos no “tapando” sus características sensoriales.
En nuestro país hay pocos exponentes elaborados con semillón (y los existentes están en segmentos medios-altos de precios). Sin embargo, si alguien se anima a investigar se sorprenderá con vinos como el: Humberto Canale ($35), Selección de Ricardo Santos ($55), Finca La Anita ($ 75) y Mendel ($95). Quizás entre todos podamos sacar del olvido a esta noble variedad blanca!! Salud!!
UN TINTO EN BOCA DE TODOS
De un tiempo a esta parte, mucho se viene hablando en Argentina sobre la uva tinta bonarda. De origen francés -aunque durante mucho tiempo confundida con una uva italiana-, es la segunda variedad más plantada en nuestro territorio (después del malbec).
Durante décadas esta uva fue considerada de calidad “inferior”, por lo que se mezclaba con otras uvas en los vinos de corte tintos (los archiconocidos “borgoña” argentinos). Gran parte de esta mala fama sólo se debía a un mal manejo de la uva en el viñedo, con rendimientos muy elevados que diluían sus notables características varietales. A fines de la década del 90´ varias bodegas -con Nieto Senetiner a la cabeza- comenzaron a trabajar seriamente con este cepaje, obteniendo resultados de alta calidad.
Para saber por que el bonarda está en boca de todos, recomiendo probar algunos buenos exponentes a precios accesibles: Nieto Senetiner, Dante Robino, Durigutti Clásico, Sur de los Andes, Algarrobo Grande o La Puerta Reserva (todos entre $35 y $45). Estoy seguro que esta uva dará mucho que hablar !!
CUESTIÓN DE GRADOS
Mucho se ha discutido ya sobre las temperaturas correctas de servicio de los vinos. Sin ánimo de ser dogmático (nada peor que los dogmas en algo tan personal y hedonista como es el vino), voy a exponer algunas razones que justifiquen mis consejos.
Los vinos blancos -así como los rosados y espumosos- no generan mayores problemas pues siempre deben servirse fríos; ya que su principal virtud es ser refrescantes.
El caso de los vinos tintos es algo más complejo, pues está muy arraigado el mito de la “temperatura ambiente”. Esta métrica poética es poco exacta, pues depende del lugar donde nos hallemos y la época del año. Lo ideal para disfrutar de los vinos tintos es no superar nunca los 18ºC (esto es simple en invierno, pero en época estival implica refrescar la botella en la heladera por 45 minutos antes de descorcharse). Servidos a temperaturas más altas, estos productos comienzan a sentirse desequilibrados, con notas alcohólicas agresivos a la nariz y cáusticas a la boca.
A pesar de todo lo expuesto anteriormente, que espero sirva de ayuda, cualquier persona tiene derecho a hacer caso omiso a mis palabras y beber el vino como más le plazca !!
Hola Roberto, ahora con más tiempo hemos leído esta entrada! Nos gustó mucho, un buen resumen y en general, aunque no hemos probado todo ni mucho menos, coincidimos con tus propuestas! Un saludo y felicitaciones!
ResponderEliminarEstimados:
ResponderEliminarMuchas Gracias por los comentarios !!!
Es casi imposible probar la enorme diversidad del Vino Argentino (aunque yo lo estoy intentando a diario, jejeje).
Gracias por seguirme. Saludos cordiales. Roberto.