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La picada, esa
costumbre tan nuestra -aunque heredada de nuestros abuelos inmigrantes- permite
una gran diversidad de elecciones a la hora de la bebida.
Los vermouths son la
opción más tradicional, preparados al gusto de cada comensal (con fernet, con
soda, con jugo de cítricos, con gaseosa tónica). Los sabores amarguitos y
herbáceos propios de estas bebidas maceradas son excelentes para “abrir el
apetito”.
La cerveza también es
una opción válida. Liviana, fresca y de sabor amargo, acompaña sobriamente una
gran cantidad de preparaciones típicas de la picada -y es ideal para los escabeches y pickles, que son difíciles de combinar
con otras bebidas-. Se le reconoce al lúpulo (la flor que se utiliza para
amargar la cerveza) la propiedad de ser un excelente digestivo.
Finalmente, si la
picada es sólo de fiambres y quesos, sin dudas el vino es la mejor opción. Un
tinto de cuerpo medio, con poco añejamiento en roble irá perfecto para el
maridaje; permitiendo incluso seguir luego en la comida con el mismo vino si se
desea.
*** Esta nota fue publicada originalmente en la edición impresa del diario La Voz del Interior ***
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