miércoles, 26 de julio de 2017

#AWBDESCORCHA: HOY SUGERIMOS #AMIGOSDELBOLSILLO


Una vez más, los Argentina Wine Bloggers organizamos una actividad conjunta, en este caso para recomendar vinos de buena calidad y precio accesible (algo que yo suelo hacer con bastante frecuencia, pues me encanta descubrir este tipo de productos).

Aprovechando la celebración del Día del Amigo el jueves pasado, a esta movida grupal la llamamos #AWBDescorcha  #AmigosDelBolsillo

Si quieren sugerencias de vinos ricos y baratos, aquí van las mías:      

Elsa Bianchi Chardonnay 2016 ($126):

Sin dudas, el Oasis Sur de Mendoza (San Rafael, General Alvear y sus alrededores) es un terruño muy apto para la elaboración de vinos blancos. Su clima continental templado -con inviernos marcados y veranos suaves-, sumados a su baja humedad relativa ambiente y su excelente heliofanía, permiten obtener vinos frescos, aromáticos y de trago amable. Tal es el caso de este novel Chardonnay de la histórica bodega Valentín Bianchi, de envidiable tipicidad varietal. Propone una nariz prístina con reminiscencias de flores blancas, frutas de carozo -durazno, damasco- y miel. Al probarlo tiene silueta delgada y paso fluido, con nítido sabor frutal, equilibrada acidez y moderada persistencia. ¡Para tener siempre un par de botellas en la heladera!      



Montecepas Family Vineyard Malbec 2016 ($142)

Un vino quizás poco conocido, pero de notable relación precio-calidad. Está elaborado en Rivadavia (Este Mendocino) por la bodega familiar Lanzarini, una de las más antiguas de la región. Se trata de un Malbec joven pero de perfil bastante maduro, bien representativo del clima cálido y seco característico del oriente provincial. Exhibe una nariz de mediana complejidad, con evocaciones de frutas desecadas -higos, ciruelas pasas-, especias dulces -canela- y ciertos dejos terrosos. En boca tiene entrada suave y paso franco, redunda en sensaciones maduras, con balanceada acidez, taninos casi imperceptibles y permanencia media. ¡Para descorchar generosamente en asados multitudinarios, sin hacer temblar el presupuesto!   



Estancia Mendoza Brut Nature NV ($135):

No suele ser fácil encontrar vinos espumosos de buena calidad en precios tan bajos, así que este producto mendocino es un verdadero hallazgo. Lo produce Fe.Co.Vit.A. (Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas, la entidad que nucléa a 29 cooperativas regionales, con más de 5000 productores pequeños asociados). Un producto de impecable factura; con sabor equilibrado, burbujas suaves y paso refrescante. Ofrece una aromática limpia y fresca, con perfumes cítricos, anisados y herbales. Al llevarlo a la boca se muestra liviano, veloz y chispeante, con recuerdos alimonados, vibrante acidez, finas burbujas y grato post gusto. ¡Para brindar y brindar, sin mucho gastar!   

¿Les gustaron las sugerencias? ¿Nos recomiendan ustedes otras?   

viernes, 21 de julio de 2017

SIETE VINOS BIEN INVERNALES

www.pinterest.co.uk
¡La temporada invernal ya está entre nosotros! La llovizna, el viento y el frío no dan tregua, haciendo eternos los días grises que estamos viviendo. 

Es una buena época para quedarse en casa leyendo, escuchando música o viendo películas. También para visitar amigos o salir a comer a lugares bien calefaccionados. Este clima pide comidas suculentas, así como vinos intensos que las acompañen.  

Si andan buscando “vinos bien invernales”, aquí van mis siete sugerencias:

Vuelá Sauvignon Blanc 2016 ($175): Un exquisito Sauvignon Blanc de Bodega Piedra Negra (Tunuyán-Valle de Uco) que es pura frescura y elegancia, perfecto para servir en la mesa diaria. Está elaborado con una delicada crianza sobre sus lías -restos de levaduras provenientes de la fermentación-, lo que le aporta cierta textura y complejidad. Ofrece una nariz sutilmente fragante, con recuerdos de pomelo blanco, hierbas silvestres y anís. Al llevarlo a la boca se mueve ligero y veloz, de paladar apenas untuoso con reminiscencias cítricas, jugosa acidez y agradable final. Sin dudas un vino muy versátil para el maridaje; que puede acompañar aperitivos, arroces, pastas con salsas suaves o platos de pescado.         

Hotel Malbec Rose 2016 ($190): Un rosado perteneciente al proyecto Huentala Wines (Tupungato-Valle de Uco), que acaba de hacer su desembarco en las vinotecas de la ciudad. Me gusta mucho porque va “a contracorriente” de la moda, ofreciendo un producto intenso y bien gustoso, que por momentos casi parece un vino tinto. Propone aromas limpios de frutas rojas ácidas -frambuesas, ciruelas-, entremezclados con trazos vegetales y terrosos. En boca tiene entrada amable, cuerpo medio y paso vivaz, con sabor afrutado, refrescante acidez y moderada persistencia. ¡Rosado ideal para acompañar un pollo al disco!    

La Puerta Bonarda Reserva 2013 ($190): Ya lo he mencionado en otras oportunidades, pero vuelvo a insistir con que la provincia de La Rioja ofrece probablemente los vinos de mejor relación precio-calidad del país. Tal es el caso de este interesante Bonarda de Bodega Valle de la Puerta. Un tinto sencillo y de aromática diáfana, con evocaciones frutales maduras, especiadas y terrosas. En boca tiene entrada seca, silueta delgada y paso franco, con correcta acidez, taninos algo rugosos y permanencia media. Un vino para “quedar muy bien” en asados multitudinarios, sin “destrozar” por ello la billetera.

Luna Malbec 2015 ($225): Un Malbec mendocino realmente “de manual de enología”, para tomar varias copas con facilidad y deleite. Fue producido en la histórica bodega Finca La Anita, utilizando uvas propias cultivadas en Agrelo (Luján de Cuyo), con fermentación tradicional y una breve crianza en barricas. El resultado es un tinto de perfil bien clásico, con excelente tipicidad varietal. Propone aromas nítidos de frutas rojas -cerezas, ciruelas-,  especias dulces -clavo, canela- y algunas pinceladas ahumadas/tostadas. Al probarlo tiene entrada amable y textura sedosa, redunda en sabores frutados, con balanceada acidez, taninos suaves y grato final de boca. ¡Para volver a enamorarse del Malbec!
     
Herencia R.P. Grand Vin Blend 2014 ($385): Un producto que aún no ha llegado a las góndolas locales, pero que vale la pena tener presente para cuando aparezcan las primeras botellas. Se trata de un meditado ensamblaje tinto que contiene 70% de Malbec, 25% de Cabernet Sauvignon y 5% de Merlot -todos provenientes de Paraje Altamira (San Carlos-Valle de Uco)-, que fue añejado durante 14 meses en barricas nuevas. Exhibe una nariz amplia y con varias “capas” superpuestas, que van apareciendo con la aireación en copa; comienzan los recuerdos especiados -pimienta negra, clavo-, luego los frutales maduros y balsámicos -regaliz, eucaliptus-, para cerrar con tonos terrosos/minerales. En boca es pleno, sabroso y de paso fluido, con equilibrada acidez, taninos firmes y larga permanencia. Se puede beber ahora o guardar sin inconvenientes un par de años más.   

Altimus Chañar Punco 2012 ($810): Quienes gustan de los vinos potentes y estructurados quedaran prendados con este soberbio tinto de Bodega El Esteco. Un corte de 65% Malbec y 35% Cabernet Sauvignon -procedentes del inhóspito paraje Chañar Punco (Santa María-Catamarca), fermentado exclusivamente con levaduras naturales y criado durante 18 meses en barricas francesas nuevas (más otros doce meses en botellas antes de salir a la venta). Un vino robusto y poderoso, pero que ya puede beberse gracias a su acertado trabajo enológico. Regala aromas de frutas desecadas -higos, pasas-, especias -pimienta, pimentón-, herbales, terrosos y ahumados. Al llevarlo a la boca se lo percibe voluminoso y lleno, con notable complejidad; tiene paso recio, sabores maduros y licorosos, acertada acidez, taninos aún compactos y un larguísimo post-gusto. Un vino para beber ya mismo y disfrutar sus bríos,  o bien guardar unos años y apreciar sus matices. ¡Todo el espíritu de los Valles Calchaquíes encerrado en una botella!

Mantra Cane Cut Sauvignon Blanc 2016 ($220): Cerramos esta selección con un blanco  dulce novedoso y original, que llega de la mano de la pequeña bodega Secreto Patagónico (San Patricio del Chañar-Neuquén). Se trata del primer producto del país elaborado con el sistema “cane cut” (“rama cortada”) originalmente desarrollado en Australia. En el mismo, los sarmientos de la vid que contienen los racimos son quebrados en los días previos a la vendimia, para permitir una deshidratación parcial de las uvas antes de vinificarlas. Esto da lugar a vinos dulces ricos y complejos, como el que nos ocupamos hoy aquí. Presenta una nariz algo salvaje pero extremadamente seductora, con perfumes de flores de manzanilla, melón, confitura de ananás y miel. Al probarlo se muestra goloso, opulento y de paladar untuoso; refrenda sensaciones melosas, tiene un dulzor muy agradable -bien contrapesado con la fresca acidez- y un prolongado final de boca. Debe beberse bien frio, para maximizar su armonía y frescura. Si se animan, lo sugiero para acompañar una tabla de quesos suaves, patés y frutas secas. También puede acordar muy bien con postres frutales o masas finas.

¿Y ustedes, que vinos saborean en este invierno?      

*** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico ***

sábado, 15 de julio de 2017

CINCO VINOS PARA VOLVER A MIRAR A CÓRDOBA


Si bien las primeras vides del territorio argentino fueron plantadas en Santiago del Estero (algo bastante lógico si recordamos que es la “madre de ciudades” fundada en 1553), la verdadera historia de la vitivinicultura argentina empezó -casi medio siglo después- en la zona que hoy ocupa la provincia de Córdoba.

Registros documentales fehacientes mencionan la existencia de viñedos en la región desde el año 1599 -propiedad de los sacerdotes mercedarios-, así como la producción de vinos a nivel “industrial” desde 1618 -asociados a la actividad de los sacerdotes jesuitas-.

Durante sus cuatrocientos años de desarrollo, la actividad vitivinícola de Córdoba sufrió grandes vaivenes. Desde la virtual desaparición de los viñedos con la expulsión de los Jesuitas (1767) y la recuperación por parte de los inmigrantes italianos con la fundación de Colonia Caroya (1878). Desde sus épocas de esplendor en las décadas del 60´ y 70´ (donde la provincia llegó a tener casi 1800 hectáreas y moler 18.000.000 kg de uvas), hasta su período más aciago en los años 80´ (que vio desparecer a las grandes bodegas, y donde la actividad perduró -con muchas dificultades- sólo en explotaciones familiares).

La recuperación productiva insumió casi tres décadas; pero desde fines de la década del 90´ -y aún más en estos primeros años del nuevo siglo-, la provincia muestra orgullosa su reconversión. El notable desarrollo de la vitivinicultura cordobesa no ha sido un hecho cuantitativo; el verdadero cambio ha sido de carácter cualitativo, pasando de los históricos vinos “regionales” o “pateros” -de baja calidad, vendidos a la vera de la ruta- a productos de impecable factura que pueden competir sin inconvenientes en el mercado nacional.   

En la actualidad, la superficie plantada con vides en la provincia alcanza las 299 ha (aproximadamente el 0,1% del viñedo nacional). La mitad de estas hectáreas están ubicadas en la zona de Colonia Caroya y alrededores; aunque también hay pequeños paños de viñedos en Traslasierra, el Valle de Calamuchita y el Noroeste provincial. Existen hoy 12 bodegas registradas, además de 32 elaboradores caseros autorizados. La presencia de los pequeños productores artesanales es un además un gran diferencial turístico, pues es de las pocas regiones del país que los incluye en sus Caminos del Vino. 

                                            
Para que les sirva de guía a los enófilos curiosos, aquí van cinco recomendaciones de vinos para volver a mirar a Córdoba:

La Caroyense Frambua S/A ($100): De la mano de la emblemática Bodega La Caracense -el mayor productor de la provincia- llega este vino sencillo y extremadamente ligero, que interpreta cabalmente la particular tipicidad de esta uva regional. Está elaborado por la mano experimentada del enólogo Santiago Lauret, quien lleva ya más de 40 vendimias ligado a la producción vitivinícola de Colonia Carayá. En nariz ofrece aromas directos de frutitas rojas frescas -frutillas, frambuesas-, más algunos trazos herbales y terrosos. En la boca tiene silueta delgada, entrada agradablemente seca y paso veloz, redunda en sabores afrutados, con bajo tenor alcohólico, marcada acidez, taninos imperceptibles y breve persistencia. Recomiendo servir refrigerado, para potenciar su agradable frescura natural. Creo que puede ser un buen acompañante para aperitivos o picadas de fiambres y quesos.

Indama Chardonnay 2016 ($130): Una novedad absoluta, que llega desde la novel bodega Terra Camiare (Colonia Caroya), un proyecto productivo de capitales locales que comenzó hace apenas un año -recuperando una antigua bodega y varios viñedos abandonados- y ya está “dando que hablar” con los productos que pone en el mercado. De su primera cosecha destaco este blanco de Chardonnay fragante y delicado. Propone una aromática diáfana,  plena de recuerdos a flores, frutas blancas -peras, duraznos-, miel y suaves trazos herbales. Al llevarlo a la boca descubre su cuerpo liviano y paso vivaz, con reminiscencias melosas, jugosa acidez y moderada permanencia. Perfecto para maridar con pescados o mariscos.             

Noble de San Javier Merlot 2016 ($150): Un vino elaborado en el Valle de Traslasierra por el pequeño emprendimiento de la familia Jascalevich -pioneros en la reconversión vitivinícola de la zona, con viñedos plantados en el año 2002-. Un hermoso proyecto que incluye una bodega y una acogedora hostería serrana, involucrando en su explotación a todos los integrantes del clan familiar. De allí sale este tinto simple pero sumamente interesante, que muestra el potencial de ese terruño para la producción de vinos de calidad. Regala una nariz intensa y limpia, con evocaciones frutales maduras, terrosas y vegetales. Al probarlo tiene cuerpo medio, entrada bien seca y paso frutal generoso, con acertada acidez, taninos compactos y notable persistencia. Un Merlot honesto y de precio accesible, ideal para la mesa diaria.        

Ottimo Blend 2014 ($190): Lomas de Garay es otra bodega artesanal ubicada en la zona de Potrero de Garay, sobre las colinas serpenteantes que rodean el embalse del Dique Los Molinos. Con apenas cuatro hectáreas productivas, elabora unas 10.000 botellas al año y ya tiene disponible su tercera cosecha comercial. La vinificación está a cargo del joven enólogo local Gabriel Campana, quién conoce como nadie los viñedos cordobeses. De toda su línea sobresale este ensamblaje tinto de uvas Cabernet Sauvignon, Malbec y Merlot, con breve crianza en barricas. Posee aromas de frutas negras -moras-, especiados -pimienta, clavo- y algo terrosos. En la boca tiene estructura media, paso fluido y sabores levemente picantes, con acidez equilibrada, taninos suaves y grato post-gusto. Si estás preparando el asado con amigos, una botella de este tinto “te harán quedar muy bien”.

Juan Cruz Navarro Torre Malbec 2015 ($255): Desde un brumoso paisaje de sierras y pinares en el corazón del Valle de  Calamuchita llega este Malbec complejo y de perfumes seductores. Lo produce Bodega Estancia Las Cañitas, un imponente desarrollo vitivinícola de la familia Navarro que a pesar de los embates de la naturaleza -resistió dos tornados devastadores a finales del 2012-, sigue adelante con la producción de sus vinos. Entrega una nariz curiosa, donde los aromas frutales maduros -ciruelas, cerezas- se combinan con suaves notas resinosas (seguramente por influencia de las coníferas que rodena el viñedo). Al probarlo es sabroso y estructurado, con entrada amable y textura sedosa, refrenda las percepciones balsámicas, con apreciable acidez -aunque perfectamente balanceada-, taninos firmes y largo final de boca. Este gran tinto “pide a su lado” un cabrito cordobés asado.

¡Anímense a degustar los vinos cordobeses, les aseguro que no se van a arrepentir!

***** Esta nota fue publicada originalmente en el sitio web de Iprofesional *****