lunes, 27 de febrero de 2017

#QUESECEPA: LA UVA ISABELLA

Los Argentina Wine Bloggers volvemos con una actividad en conjunto. Esta vez vamos con  #QueSeCepa, una serie de notas donde presentamos las variedades de uvas mas importantes que se cultivan en nuestro país (y recomendamos algunos buenos vinos hechos con ellas). 

Como no podía ser de otra manera, yo elegí la uva con mayor tradición en el viñedo cordobés. Agradezco al enólogo Santiago Lauret (Colonia Caroya) por su ayuda para escribir esta nota.

Wikimedia.org
Introducción:

La uva Isabella es una variedad de origen americano, perteneciente a la familia de las “Vitis Labrusca” (“no vinífera”). Su origen es algo incierto, aunque se cree que apareció en América del Norte por cruzamientos genéticos naturales de vides europeas llevadas por los primigenios colonos.

La primera mención registrada de esta cepa corresponde al año 1816, fecha en la que el propietario de un vivero de South Carolina -o Delaware, según otros autores- la nombra como Isabella en honor a una bella mujer (Isabella Gibbs).

También se la conoce como Frambua o “Chinche” (Argentina), Isabel (Brasil), Frutilla (Uruguay), Fragola (Italia), Alexander (EEUU), Framboisier (Francia) y Odessa (Georgia).

Historia:

Fue llevada a Europa durante la plaga de la filoxera -insecto parásito de la vid, que arrasó casi la totalidad de los viñedos europeos en segunda mitad del siglo XIX-, pues sus raíces mostraban gran resistencia a esta plaga y funcionaban muy bien como “porta-injertos”.

Arribó a la Argentina en 1878, en las valijas de los inmigrantes friulanos que fundaron lo que hoy es Colonia Caroya. Contó con una amplia difusión en el encepado nacional hasta mediados del siglo XX, principalmente en el Noroeste, la Mesopotamia y el centro del país. Su proceso de erradicación comenzó en los años 60´, con arranques masivos o reconversión de viñedos. 

Desde la década del 80´ solamente se conservan algunas plantaciones de importancia en Colonia Caroya (Córdoba) y unos cuantos viñedos familiares minúsculos en Avellaneda y Berisso (Buenos Aires).

Por su adaptación a climas extremos -incluso tropicales-, esta uva también se cultiva en EEUU, Brasil, Portugal, Colombia, Bali, Japón, Georgia, Moldavia, Azerbaiyán y Turquía.

Ampelografía:

Es una planta muy productiva y vigorosa, con bastante regularidad anual. Resiste bien el frío invernal así como el oidio, aunque es algo sensible al mildiu y black-rot.

Sus épocas de desborre y madurez suelen ser bastante precoces, siendo una de las primeras variedades en cosecharse (mediados a fines de febrero).

Tiene hojas medianas pentalobuladas, de color verde opaco en su anverso y ligeramente blanquecino -y con pelitos muy pequeños- en su reverso. El racimo es pequeño, poco compacto, con bayas grandes -pero de hollejo delgado- en una tonalidad violácea-azulada.

Enología:

Produce vinos ligeros y afrutados, de color rosado pálido de baja intensidad, con moderado tenor alcohólico, marcada acidez y taninos suaves. Las maceraciones durante el proceso de vinificación deben ser cortas, pues no es posible extraer demasiado color ni taninos -y se corre el riesgo de producir cantidades elevadas de metanol-.

Sus aromas recuerdan inmediatamente a las uvas frescas y las frutas rojas -frutillas, moras, frambuesas-; aunque también pueden aparecer recuerdos vegetales, terrosos y “foxy”(*).

Históricamente, los vinos producidos con Isabella se comercializaban casi en su totalidad en la versión “amable” (o “amabile” en italiano), es decir con algunos gramos de azúcar residual. En la actualidad todavía se puede encontrar bastante este estilo dulzón, aunque algunos enólogos prefieren vinificarlo como un producto completamente seco.

Esta variedad también resulta muy interesante para consumo en fresco y para la producción de jugo de uvas, debido a su alto rendimiento -ya mencionado-, así como a su exquisito sabor frutal. Hoy el jugo de uva Isabella es muy apreciado en Europa y Oriente, pues posee un importante valor alimenticio y una elevada cantidad de resveratrol (antioxidante natural). 

En Italia también se la utiliza mucho para destilar grappas y licores; mientras que en Turquía para confeccionar jarabes y para cocinar -en las “sarmas”, niños envueltos en hojas de parra-.   

Javier Maubecin - Panoramio 
Producción:

Según las estadísticas oficiales, hay 70 hectáreas implantadas con Isabella en Argentina, que en la difícil vendimia 2016 apenas produjeron 61.000 kg de uva.  

Al no pertenecer a la familia de las “vitis viníferas” -las únicas uvas con aptitud enológica-, el Instituto Nacional de Vitivinicultura no permite este cepaje para la elaboración comercial de vinos. Sin embargo, las zonas argentinas mencionadas anteriormente -en el apartado "historia"- cuentan con una excepción legal, debido a su extensa tradición utilizando la variedad.        

El Vino:

La Caroyense Frambua Precoz S/A ($70):

De la mano de la histórica y emblemática Bodega La Caroyense (el mayor productor de la provincia de Córdoba) llega este vino sencillo y fresco, de silueta delgada y paso veloz. Está elaborado por la mano experimentada del enólogo Santiago Lauret, quien lleva ya más de 40 vendimias ligado a la producción vitivinícola de Colonia Caroya.  

Exhibe un color rosado de mediana intensidad, límpido y brillante. Al llevarlo a la nariz ofrece aromas directos de frutitas rojas frescas -frutillas, frambuesas-, más algunos trazos herbales y terrosos. En la boca tiene entrada suave pero seca, redunda en sabores afrutados, con bajo tenor alcohólico, acidez característica, taninos imperceptibles y persistencia breve.         

Recomiendo refrigerarlo antes del servicio, para potenciar su frescura natural. Puede ser un buen acompañante para picadas y aperitivos

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(*) “foxy” o “foxé” corresponde a una sensación olfativa algo difícil de definir -pero bastante usual en los caldos producidos con vides americanas- derivada de una sustancia presente en ellas llamada antranilato de metilo -fórmula química C8H9NO2-, que puede asociarse con recuerdos olfativos de frutas en conserva, mermeladas, solventes e incluso ciertas notas “animales”: cuero, almizcle, carne de caza). Para muchos profesionales -y consumidores- constituye un olor desagradable, máxime cuando está presente en cantidades elevadas. Afortunadamente, con una buena viticultura -y elaboración- se puede atenuar mucho esta cualidad aromática. 

lunes, 20 de febrero de 2017

SEIS VINOS PARA ENAMORARSE

www.wineadventures.ca

En todo el mundo occidental, el 14 de febrero pasado se celebró el Día de San Valentín (o Día de los Enamorados). Una festividad donde los novios, parejas o esposos se agasajan mutuamente y reafirman el amor que los une. 

Si bien la fecha abriga un cierto carácter comercial, siempre es bueno expresar nuestros sentimientos con la persona que elegimos tener a nuestro lado.

Si están dispuestos a celebrar el amor todos los días del año, aquí van seis vinos para enamorarse:

Tapiz Sauvignon Blanc 2016 ($155): Una bodega mendocina de escasa presencia en las góndolas locales, pero que aún así vale la pena la búsqueda de sus interesantes productos. Un blanco que probé hace algunas semanas y me agradó muchísimo, tanto por su perfecta tipicidad varietal como por su acertadísima relación precio-calidad. Un Sauvignon Blanc lleno de juventud y desenfado, para beber con facilidad y deleite. Ofrece aromas de nítido perfil “verde” -ruda, pasto cortado, espárragos-, más algunos toques cítricos -pomelo-. Al probarlo tiene silueta delgada y andar resuelto, vuelve sobre las sensaciones vegetales, con una marcada acidez y persistencia media. Recomendado para “tortolitos” remolones, que prefieren no salir de casa y piden sushi al delivery.     

Celedonio Gran Chardonnay 2015 ($365): Un Chardonnay de Tupungato (Valle de Uco) bien sabroso y de perfil “gordito”, con un estilo bastante tradicional conocido como “oaky” -presencia marcada del roble, principalmente en nariz-, pero que a pesar de ello no resigna ni un ápice de fluidez y frescura. Un exquisito blanco ideado por la enóloga Romina Carparelli de Bodega Margot, fermentado en barricas francesas nuevas sin tostar y criado posteriormente sobre sus “lías” -borras finas remanentes del proceso fermentativo- para aportar mayor estructura y complejidad. Regala una nariz seductora con muchas “capas”, donde primero aparece la impronta de la madera -vainilla, coco-, luego los recuerdos de frutas maduras -pasas, cuaresmillos, damascos secos- y por último los toques acaramelados y melosos. Al llevarlo a la boca se produce una enorme sorpresa, pues nos encontramos con un vino mucho más ligero de lo que hubiésemos imaginado, de paso untuoso pero ágil gracias a su balanceada acidez, donde se refrendan las sensaciones de fruta madura y miel, con un largo y grato final. Recomendado para acompañar platos de pescado, en una cena romántica a la luz de las velas.     

Folie Rose Locura 2016 ($185): Un novedoso rosado mendocino, concebido en el pequeño proyecto enológico Entrevero Wines. Elaborado 100% con uvas Malbec de Lujan de Cuyo, se muestra juvenil, jugoso y vivaz. Posee una nariz diáfana, con nítidas fragancias de frutas rojas acidas -frambuesas, frutillas-. En la boca esta sin dudas su punto más alto: se lo siente  amplio y gustoso, de entrada amable y afrutada, con ligero “petillant” (minúsculas burbujas de gas carbónico natural), vibrante acidez y agradable final. Recomendado para parejas sencillas, que decidieron no complicarse y armaron una picada de quesos y fiambres.      

Sposato Bonarda 2015 ($150): Un Bonarda bien simple y directo, para beber “de a litros”. Se trata de la primera línea comercial de un novel emprendimiento vitivinícola ubicado en Agrelo (Lujan de Cuyo), perteneciente a la familia ítalo-norteamericana Sposato. Un vino producido sin ningún contacto con roble, para resaltar su frutosidad y frescura. Propone una nariz limpia y directa, con aromas de frutas rojas maduras -ciruelas pasas, cassis-, jalea de membrillos y dejos herbales. Al probarlo se lo nota sencillo, ligero y de paso franco; con entrada seca de perfil afrutado, correcta acidez, taninos suaves y permanencia moderada. Recomendado para quienes, no dándole "bola" a la fecha, se piden una “grande” de jamón y morrones en la pizzería del barrio. 

Felipe Staiti Euforia Malbec 2014 ($325): Dos artistas mendocinos de gran trayectoria se han unido para dar origen a este soberbio vino tinto. Se trata de Felipe Staiti -gran músico, guitarrista de los Enanitos Verdes- y Marcelo Pelleriti -prestigioso enólogo-, amigos desde hace años y ahora socios. De este ensamble nace este armonioso Malbec de Valle de Uco, añejado en su totalidad durante 18 meses en roble francés nuevo. Exhibe una nariz sobria y profunda, que pasados los primeros minutos en copa comienza a traer evocaciones de flores secas, confitura de moras, anís estrellado y algunos dejos terrosos. En la boca se lo percibe potente y pleno, aunque conservando su austera elegancia y extrema fluidez; tiene acidez perfectamente calibrada, taninos mansos y dilatada persistencia. Para beber levemente refrescado. Recomendado para aquellas parejas que decidieron festejar en una parrillada, comiéndose un buen asado.

Finca La Igriega Blend 2014 ($393): Una primicia absoluta en las vinotecas locales, que les recomiendo probar tan pronto la encuentren. Un vino concebido en muy pequeña escala, en el joven emprendimiento vinícola de la familia Goldberg, con uvas de su propia finca en Paraje Altamira (Valle de Uco). Un expresivo ensamblaje tinto de estilo bordelés (68% de Malbec, 25% de Cabernet Sauvignon, 4% de Cabernet Franc y 3% de Petit Verdot). Cada variedad fue cosechada y elaborada por separado, completando su fermentación malolática en barricas; luego se realizó el corte definitivo, el cual descansó nuevamente seis meses en roble -madera francesa y americana-; para terminar con otros seis meses más en botella antes de salir a la venta. El resultado es un producto de aromática seductora y compleja; con reminiscencias de frutas en sazón -ciruelas, moras-, especias –pimienta, clavo-, tonos balsámicos -regaliz- y minerales; todo enmarcado en una suave sensación tostada/ahumada. Al probarlo tiene entrada seca, cuerpo medio y textura sedosa, redunda en sabores terrosos y especiados, con equilibrada acidez y taninos firmes que sostienen un largo post-gusto. Un vino que ya puede disfrutarse ahora, pero que sin dudas ganará en expresión y matices con algo más de estiba en botellas. Recomendado para maridar con platos de cerdo o cabrito, cocinados en casa por el ser amado.      

¿Y para ustedes, cuáles son sus vinos para enamorarse?

** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico **

lunes, 6 de febrero de 2017

VACACIONES & VINOS DE LUJO


¿Qué mejor momento que las vacaciones para deleitarse con grandes vinos? Los sentidos relajados, el cuerpo descansado, las comidas compartidas con amigos y las sobremesas sin tiempo son el momento perfecto para descorchar esas partidas excepcionales.

No se puede negar que los precios de estas botellas son altos, pero les aseguro que sus atributos de calidad van siempre en sintonía. Como se suele decir por ahí… ¡A los gustos hay que dárselos en vida!

Si el presupuesto vacacional lo permite, aquí cinco sugerencias en “vinos de lujo”:       

Auge Blanc de Noir S/A ($330): Con la premisa de que el que jugo de casi todas las uvas del mundo es blanco -independientemente del color exterior de sus pieles-, la novel Bodega A16 (Lujan de Cuyo) concibió este atractivo “blanc de noir” utilizando uvas Malbec. Se obtiene de racimos cosechados en su punto óptimo de madurez, que han sido descobajados y prensados rápidamente -separando el mosto (jugo) de sus hollejos de manera inmediata-, para finalmente fermentarse como un vino blanco. Un producto juvenil, fresco y de matiz apenas rosado. Regala una nariz sutil, con reminiscencias de frutitas rojas frescas -frutillas, frambuesas-, flores -manzanilla, tilo- y ciertos rasgos herbales. Al degustarlo se descubre su silueta delgada y paso vivaz, rebosante de sabores afrutados, con jugosa acidez y moderada permanencia. Debe servirse bien frio. ¡Una rareza mendocina que vale la pena probar!  

Zenit Nadir Blend Blanco 2014 ($420): Este novedoso vino blanco es un “capricho” de la Sommelier mendocina Mariana Onofri -según sus textuales palabras al presentarlo-, quien  diseño un producto original, complejo y con buen potencial de guarda. Fue vinificado por el enólogo Giuseppe Franceschini, con un ensamblaje compuesto por un 53% de Chardonnay, 32% de Fiano y 16% de Sauvignon Blanc (todos elaborados por separado y añejados brevemente en roble usado antes de hacer el corte definitivo). Propone una nariz algo austera pero seductora, con evocaciones de frutas de carozo -damascos-, de pepita -peras-, flores blancas, té negro y miel. En la boca tiene su punto más alto: es voluminoso, sápido, de paso untuoso pero fluido -gracias a su ajustada acidez- y con una dilatada permanencia. Solamente se hicieron 1600 botellas de esta primera cosecha, así que es mejor buscar un par de ellas antes de que se agoten. Sugiero presentarlo no tan frio, para lucir mejor su fina paleta aromática. ¡Un blanco de lujo, que vale cada peso pagado por él!       

Alto Las Hormigas Appellation Paraje Altamira Malbec 2014 ($735): El proyecto enológico italo-argentino-chileno de Alto Las Hormigas nace a mediados de la década del 90´, con el claro objetivo de desarrollar al máximo el potencial de nuestra variedad insignia. Veinte años de investigaciones sobre zonas, suelos y climas le han permitido a la bodega definir los mejores “terroirs” de Mendoza para la variedad Malbec. Paraje Altamira es uno de sus últimos descubrimientos; una zona ubicada al sur del Valle de Uco con buena altitud -1200 m.s.n.m.-, marcada amplitud térmica y terrenos aluvionales con alto porcentaje de caliza. De allí proviene este tinto intenso pero de gran frescura, con un innegable carácter mineral. Fue criado en “foudres” -grandes barriles- de roble francés usado, para que la madera no encubra absolutamente ninguna de sus particularidades. Presenta una aromática diáfana, con aromas de frutas maduras -ciruelas-, flores silvestres, hierbas -jarilla- y notas terrosas. Al probarlo despliega una textura muy interesante; tiene entrada seca y paso lineal, con sabor frutal franco, vibrante acidez, taninos suaves y grato final de boca. Un vino que hoy ya está listo para beberse, pero que podrá seguir ganando matices con algunos años más en la botella. ¡Paraje Altamira en su máxima expresión! 
   
Montchenot 115° Aniversario 1988 ($1700): Muy pocas bodegas argentinas pueden poner a la venta con total confianza una botella de casi 30 años, sabiendo que el vino estará en impecable estado de conservación. Sin dudas, la familia López es una de ellas, pues lleva más de un siglo elaborando productos de gran longevidad. Este tinto exhibe una bella tonalidad caoba, impecablemente límpida a pesar de su edad. Al acercarlo a la nariz ofrece un bouquet desarrollado, con aromas de frutas pasas, cuero, hongos de pino y hojas secas. En boca tiene entrada seca, cuerpo ligero y paladar aterciopelado; redunda en sensaciones maduras, con equilibrada acidez, taninos pulidos y largo post-gusto. Se comercializa en una  caja de madera junto a un copón grabado, así que puede funcionar también como un regalo muy exclusivo. ¡Probar este vino es “beberse la historia” de la vitivinicultura nacional!  

Cobos Malbec 2013 ($4200): Este vino sólo es apto para billeteras realmente abultadas, ya que por su reconocimiento internacional -y producción acotada- ha alcanzado precios muy elevados. Un producto que en algo más de una década se ha consolidado como emblema del Malbec Argentino, a fuerza de calidad y consistencia. Proviene de una parcela definida y extremadamente pequeña del histórico viñedo “Marchiori” (Pedriel - Luján de Cuyo), donde los racimos han sido cosechados y seleccionados manualmente. Recibió una crianza de 18 meses en roble francés 100% nuevo (de Tonelería Taransaud, uno de los productores de barricas más reputados). El resultado es un tinto elegante, potente y concentrado; pero que sin embargo conserva una frescura y fluidez notables. Ofrece una aromática de gran tipicidad, con recuerdos de flores -violetas-, frutas rojas en sazón -ciruelas, guindas, cassis-, especias -clavo de olor-, trazos minerales -grafito- y gentiles pinceladas cedidas por la madera -tabaco, vainilla-. Al probarlo es sabroso y pleno; de entrada amable, cuerpo medio y paso carnoso, refrenda su exquisito sabor frutal, con balanceada acidez, taninos “dulces” y una persistencia casi eterna. ¡Un Malbec mendocino absolutamente soberbio, ilustre embajador de nuestros vinos en el mundo!   

¡A disfrutar de las vacaciones! ¡Salud!

** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico **

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