Estudiando el
Antiguo Testamento, pueden hallarse numerosas referencias donde se destaca la
importancia del vino como un producto
alimenticio valioso.
Así en el Génesis
se lee la bendición de Isaac para Jacob: “Dios
te dé, pues, el rocío del cielo, y de la riqueza de la tierra, abundancia de
grano y de vino nuevo” (27:28).
En Deuteronomio el
propio Jehová promete: “Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su
tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino dulce y tu
aceite" (11:14).
También en El
Cantar de los Cantares el hombre señala los alimentos que disfruta: “Yo vine a mi huerto, oh hermana, esposa mía; he recogido mi
mirra y mis aromas; he comido mi panal y mi miel, mi vino y mi leche he bebido”
(5:1).
En igual
medida, se encuentran profusas alusiones al vino como “alimento del espíritu”,
para regocijo de los hombres que lo beben y comparten.
Eclesiastés invita a los fieles: “Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu
vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios” (9:7).
Y luego agrega: “por el placer se hace el
convite, y el vino alegra a los vivos” (10:19).
Como si esto fuera poco, existen además claras
indicaciones que lo reconocen como un producto saludable.
En la primera carta de San Pablo al Apóstol
Timoteo, se observa el siguiente consejo: “No
sigas bebiendo sólo agua; toma también un poco de vino a causa de tu mal de
estómago y tus frecuentes enfermedades” (5:23).
Sin embargo,
son innumerables también las citas que se hacen en el texto bíblico al consumo
moderado y responsable de esta bebida.
Como ejemplo,
en el libro de Eclesiástico -considerado apócrifo para algunas ramas del
cristianismo, no así para el catolicismo- se puede encontrar la bellísima cita:
“como la vida es el vino para el hombre,
si lo bebe con medida ¿Qué es la vida a quien le falta el vino, que ha sido
creado para contento de los hombres? (31:27).
Finalmente, en
infinidad de pasajes se nos previene del mal uso de la bebida, de las
consecuencias que el exceso de esta puede provocar.
Quizás los dos
mejores advertencias estén en el libro de los Proverbios, donde se avisa: “El vino lleva a la insolencia, y la bebida
embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente!
(20:1) y continúa luego “No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece en la copa; entra
suavemente, pero al final como serpiente muerde. Tus ojos verán cosas extrañas
y tu corazón proferirá perversidades” (23:31,32).
¡Gocemos pues del vino maravilloso, pero
siempre respetando su justa medida!
**Esta nota fue publicada originalmente en la web cordobesa de Circuito Gastronómico**
**Esta nota fue publicada originalmente en la web cordobesa de Circuito Gastronómico**
Como siempre...muy bueno !!!!
ResponderEliminarAbrazo !!!
Querido JOSÉ:
EliminarGracias por pasar a comentar !!
Un abrazo. ROBERTO
Interesante recopilación de pasajes bíblicos respecto del vino!!
ResponderEliminarUn abrazo!!
Muchas Gracias ESTEBAN por pasar a comentar !!
EliminarUn abrazo. ROBERTO