Los
vinos naranjas -también llamados "naranjos", "maceración prolongada" u "orange
wines"- son vinos de uvas blancas que se vinifican a la usanza tradicional de
los tintos, es decir, con sus partes sólidas -hollejos y semillas- en
maceración activa durante casi todo el proceso.
Como la legislación argentina no está actualizada -y aún no los contempla como categoría específica-, estos vinos están etiquetados simplemente como vinos blancos.
Si
bien la gente podría imaginar a estos vinos con un color nítido anaranjado, la realidad
es que su paleta cromática puede ir desde un amarillo pálido hasta un naranja
subido, pasando incluso por tonos beige u ocre suave (la tonalidad dependerá
mucho de la cepa utilizada, del tiempo de maceración y de la cantidad de
oxígeno recibida durante el proceso). Aunque no es obligatorio, muchos de estos
vinos se embotellan sin filtrar, así que la mayoría suelen presentarse con algo
de turbidez natural.
Para
describirlos organolépticamente, me gusta decir que son vinos blancos con sus
características típicas algo exacerbadas (color bastante subido, aromas
varietales muy intensos, mayor cuerpo, leve sensación áspera y de amargor en el
final de boca). Son vinos diferentes, que requieren cierto acostumbramiento en
el paladar, y quizás no sean del gusto de todos.
En
los últimos años han aparecido varias de estas etiquetas, por lo que podría
pensarse que es una novel moda vitivinícola. Sin embargo, muchos científicos
aseguran -y es altamente probable que sea cierto- que los primeros caldos
elaborados por la humanidad fueran en este formato (pensando en las
dificultades que presentaría el prensado y descube de los mostos en esas épocas pretéritas).
Los
primeros vinos argentinos que pude probar en este estilo fueron realizados por
Matías Michelini (Vía Revolucionaria Torrontés Brutal) y Ernesto Catena Vineyards (Alma
Negra Orange). También son atractivos los productos de Germán Masera (Livvera
Malvasía), el de Juan Pellizati & Gabriel Bloise (Chakana) o el crédito
cordobés de Gabriel Campana & Daniela Martinelli (Surmenage N°1 Orange Wine).
Pero
hoy me voy a referir a un excelente naranjo que probé hace unos días, elaborado
en muy pequeña cantidad por el enólogo Francisco Pablo Puga -a.k.a. Paco- en
Bodega El Porvenir de Cafayate (Salta). Un vino elaborado con uvas Torrontés y
Moscatel de un viejo parral norteño, que a mi parecer es un “monumento” a la sutileza y el
equilibrio (atributos muy valiosos, que nos siempre aparecen en este tipo de
vinos).
A
la vista tiene un color naranja muy tenue, de tonalidad pálida y levemente
brumoso -por borras muy finas en suspensión-. Cuando se lo lleva a la nariz es sumamente
fragante; con recuerdos vívidos de flores de azahar, cascarás de cítricos y
uvas frescas. Al probarlo es delicado y armónico, sin rusticidad ni astringencia.
Seduce con su sabor frutal pleno, su textura apenas “estriada” -por las mismas
borras-, su refrescante acidez, mínimo amargor y prolongado final de boca. Recomiendo servir frío. ¡Un vino
perfectamente logrado, para beberse con facilidad una botella!
Les
digo que es bastante difícil de conseguir, pues se han hecho pocas botellas. ¡Si lo
cruzan por ahí o saben de alguien que vaya a la bodega, no lo duden un segundo!
Si quieren leer más sobre esto, los invito a pasar por el blog colega "El Angel del Vino".
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