lunes, 11 de marzo de 2024

BREVE HISTORIA DEL VINO CORDOBÉS (1/3)

LOS ORÍGENES DEL VINO CORDOBÉS

(tiempo de lectura: 8/10 minutos)

Fundación de Córdoba por Don Jerónimo Luis de Cabrera
www.fundacioncivis.org.ar

Aunque no existe documentación respaldatoria, el Director de la Estancia Jesuitica de Jesus María Mgtr. en Museología Carlos Ferreyra está convencido “que la vid llegó al territorio cordobés en 1573 de la mano de su fundador Don Jerónimo Luis de Cabrera”, algo extremadamente probable “pues está acreditado que Cabrera ya producía vino y pisco en su hacienda de Ica (Perú), ciudad que él mismo había fundado una década atrás, el 17 de junio de 1563”. Esto hace conjeturar que los primeros viñedos locales fueron implantados en las fincas de los moradores originales del asentamiento, siendo destinados “a la producción de uvas, pasas y vinos para el consumo doméstico, así como también para el uso sacramental en la eucaristía cristiana” (comunicación personal, 11 de septiembre 2019). 

González (2022) revalida esta idea al citar que “el día 7 de diciembre de 1573 (…) Don Jerónimo Luis de Cabrera expidió autos de repartición de tierras, expresando que para el sustento de los moradores hay necesidad que tengan tierras, hagan huertas, chacras, sementeras y herendamiento de viñas”. Este autor también alude al libro Cultura y Beneficencia durante la Colonia, donde el Pbro. Pablo Cabrera “hace notar que uno de los que llevaron a cabo lo instruidos [por Cabrera] fue Blas de Rosales, venido de Comechingones, en cuyo inventario de bienes, practicado en 1574, figuran muchas plantas de uvas”. De la misma obra resaltan dos aseveraciones históricas de importancia; la primera señala que “para 1586 aborígenes y españoles tenían viñas en que se vendimiaba mucha uva, con la cual se fabricaba buen vino” y la segunda agrega “los vinos de las bodegas de Jesús María, Quilino, Guanascote (sic) y Siquimán eran verdaderamente agradables” (pag. 22). 

Terminando de corroborar esta suposición, una nota del periodista Francisco Colombo en el diario La Voz del Interior expone una cita textual del libro Geografía de la Provincia de Córdoba de los ingenieros Río y Achával (1905) que señala: "…consta por documentos de la época que en 1574, es decir, un año después de la fundación de Córdoba, los españoles introdujeron y plantaron 10.000 cepas en el lugar denominado Chacras de la Merced, próximo a los actuales suburbios del sudeste [de la ciudad de Córdoba], siendo muy probable que de aquí fueran llevadas las [vides] que dieron origen a los viñedos de Siguiman y Huañu-Sacate, y algún tiempo después, a los de San Javier." (La Voz del Interior, 1983). 

Apoyando la información anterior, y volviendo a referirse a los registros documentales que aún se conservan, el Mgtr. Carlos Ferreyra asevera que "uno de los más antiguos de la provincia es un inventario de viñedos de los Padres Mercedarios, fechado en el año de 1599” (comunicación personal, 11 de septiembre 2019). 

Además se conservan varias ordenanzas del Cabildo de Córdoba que dan cuenta de la importancia del vino en la naciente población, como una de 1598 donde “el Procurador General Capitán Juan de Burgos establecía y reglamentaba las medidas con las que se clasifican el vino y el vinagre”; otra de 1602 que disponía que “el vino procedente de Chile (Mendoza) no podía ser expendido sino después de transcurrido un año de su cosecha, atento a que trae yeso, es dañoso y causa muchas enfermedades”, otra de 1603 en “donde se prohibió la venta de vinos a indios y negros sin licencia previa, por resultar muchos inconvenientes y ofensas a Dios Nuestro Señor” y finalmente otra ordenanza de 1606 “que aplica una sisa [impuesto] al vino y a las pulperías, que era recaudado por el mismo Cabildo.” (González, 2022:23-24). 

Jesuitas alrededor del mundo
www.elordenmundial.com

En el año 1599 se instala en el actual territorio provincial la Compañía de Jesús, que comienza a organizar su sistema de estancias productivas. En 1618 la Orden adquiere la Estancia de Jesús y María, estratégicamente ubicada a la vera del Camino Real al Alto Perú, que se dedicará prioritariamente a la producción vitivinícola. Vale destacar que la escritura de compra menciona la existencia de 20.000 plantas de vid en la propiedad, evidencia que ya se producían vinos en la zona con anterioridad. Allí se comienza con la construcción de una bodega de avanzada para ese momento histórico, que recién se termina en 1730. Los jesuitas “realizan por primera vez una vitivinicultura de carácter industrial, bajo normas de calidad”. Los registros indican que “la producción de ese entonces ascendía a unos 12.000 litros anuales” (la mayoría se utilizaba para abastecer al resto de sus posesiones cercanas, pero los pequeños excedentes también se comercializaban). Para el año 1747 la propiedad ya había duplicado el viñedo implantado, pues según relaciones de época contaba con 48.000 plantas. También “hay referencias a viñedos en las cercanas estancias jesuíticas de Colonia Caroya y Santa Catalina, pero es muy posible que las uvas se llevaran a moler a la bodega principal en la Estancia de Jesús María” (Papalini, 2013:22). 

El museólogo Carlos Ferreyra, hablando sobre esta estancia que conoce en profundidad, enfatiza que “el edificio original que albergaba la producción de vino y los lagares de piedra utilizados para la molienda aún se conservan en buen estado general, lo que permite asegurar que se trata de la bodega más antigua de Argentina que se mantiene en pie” (comunicación personal, 11 de septiembre 2019). 

En esta época no solamente las órdenes religiosas producían vino. “En lo que hoy serían los departamentos Cruz del Eje e Ischilín existían varios emprendimientos privados. El más importante era la Estancia Siguimán, que para 1680 habría contado con 13.000 cepas de vid y una pequeña bodega de adobe” (Papalini, 2013:22). No hay dudas que la actividad vitivinícola floreció durante el período pre-virreinal, momento histórico en que los caldos elaborados en Córdoba tenían poca competencia en el territorio nacional. 

Vino Lagrimilla de Bodega La Caroyense
www.fm-comunicar.com.ar

Se ha extendido velozmente una leyenda –leyenda en el sentido de que no puede ser demostrada–acerca de un vino dulce llamado Lagrimilla de Oro, que producían los jesuitas en sus propiedades y que habría sido el primer vino americano en llegar a la mesas del Rey Felipe V de España. La misma nació por una referencia publicada en un libro del prestigioso historiador cordobés Efraín Bischoff (1968), donde relata que el S.J. Oscar Dreidemie Alonso –sacerdote especializado en arqueología, que dedicó sus últimos años de vida a la restauración de la Posta de Sinsacate y la Estancia Jesuítica de Jesús María– le mencionó alguna vez haber tenido a acceso a documentos que probaban el envío de este vino a Europa. 

Desafortunadamente, el abandono que sufrió la estancia durante las primeras décadas del siglo XX hizo que gran parte de su patrimonio arquitectónico y documental fuera saqueado o destruido, haciendo que hoy sea imposible demostrar la veracidad de este relato. Según razona el Mgtr. Carlos Ferreyra –y con cuya lógica coincide plenamente el autor de este trabajo– la posibilidad de que haya sido enviado un vino caroyense a España en el siglo XVIII es extremadamente baja, debido a las enormes dificultades de conservación y transporte que ofrecían los productos de la época, además de las cíclicas restricciones impuestas a las importaciones desde las colonias americanas (comunicación personal, 11 de septiembre 2019). 

Volviendo a la historia, la expulsión de la Orden Jesuítica de los territorios de la Corona en la segunda mitad del siglo XVIII –por decisión del Rey Carlos III de España– hace declinar esta importante industria; por lo que muchos viñedos son abandonados o pasan a manos privadas. La Estancia de Jesús María fue adquirida por Félix Correa con ánimo de volver a convertirla en un centro viñatero, pero falleció sin lograrlo (Ezcurra, 2012 citado en Toniolo y Zurita, 2014). Papalini (2013) sintetiza este período diciendo “el desarrollo de la actividad vitivinícola en los países de América fue muy difícil durante la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del siglo XIX debido a los recelos de la Corona Española, contraria a la implantación de vides y olivos en sus territorios de ultramar” (pag. 23). A pesar de ello, la producción de vino persistió en pequeñas explotaciones familiares.

Referencias biblográficas:

- Bischoff, Efraín (1968), “Y ellos forjaron un pueblo. Historia de Colonia Caroya”. Talleres Gráficos La Docta (Córdoba, Argentina). 

- González, Roberto (2022), “Bonarda. La historia de un gran vino” (1º edición), Edeerre Ediciones (Mendoza, Argentina). ISBN: 978987484060

- Pappalini, Esteban Daniel (2013), “Vinos de Córdoba: el terruño jesuita”, Editorial Raíz de Dos S.A. – Nuevos Editores (Córoba, Argentina). ISBN: 9789872889043

- Toniolo, María Teresa y Zurita, María Elisa (2014), “El Vino, Bebida Nacional de los Argentinos. Estudio Léxico de Especialidad”, en XVII Congreso Inter. Asoc. de Lingüística y Filología de América Latina (ALFAL 2014) pp. 2497-2516. Recuperado: http://www.mundoalfal.org/CDAnaisXVII/trabalhos/R0262-2.pdf

Continuará...

4 comentarios:

  1. Excelente nota... preocupado en informar y formar a los interesados en un mercado emergente por éstas serranías. Saludos

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    1. Gracias, C.P. !!
      El disfrute es siempre mayor con conocimieniento...

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  2. Muy interesante, gracias, pipí cucú

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