No
tengo dudas que tomar vinos blancos en una elección certera en Argentina. Hace
unos días lo pude comprobar -por enésima vez- en una degustación con mis
alumnos de enología, al probar juntos seis productos del mismo segmento de
precios ($25-30 pesos). Los dos vinos blancos de la jornada fueron notablemente
superiores a sus pares tintos, incluso hasta para los mismísimos alumnos -que
recién están haciendo sus primeras armas en el arte de la cata-.
Tan
convencido estoy de lo sub-valuados que están los blancos nacionales, que hace
rato que popularicé entre mis amigos la jocosa “Primera ley de Colmenarejo de
la enología argentina”. Esta dice que “a igualdad de precios o rangos, siempre
encontraremos mejores productos en las gamas de colores claros (blancos y
rosados) que en las oscuras (tintos)”.
A
pesar de que confieso mi marcada preferencia por los caldos rojos, los vinos
blancos siempre son parte de mis comidas y reuniones, pues sé que tengo un
enorme abanico de opciones para sorprender a mis invitados sin gastar
demasiado.
Varias
veces me he puesto a pensar en el porqué de estas diferencias, y sólo puedo
hallar la explicación mercantilista de la “ley de oferta y demanda”. Como somos
un país “tintocentrista” (si se me permite el neologismo), las uvas blancas son
menos requeridas por la industria y por ello su coste es menor; lo que se
traduce finalmente en valores de mercado más económicos para estos productos.
Como
si esto fuera poco, me da la impresión que en nuestro país hay una mayor innovación
en los vinos blancos, así que siempre aparecen nuevas etiquetas para descubrir.
Si
quieren “dar en el blanco”, les recomiendo algunos de mis preferidos:
Cuarto de Milla Blanco S/A ($45): Este producto de estilo sumamente tradicional
pertenece a la pequeña bodega mendocina Finca La Anita. Es un vino elaborado
con un corte de uvas chardonnay y semillón, que ha sufrido un añejamiento
moderado en barricas de roble. Tiene un bellísimo color dorado brillante, con
la nariz dominada por las notas de crianza (vainilla, miel, pasas de uvas,
cedro). En la boca es seco, pleno de sabores, con buena fluidez -a pesar de la
potencia- y larga persistencia ¡Un blanco absolutamente diferente, que puede
acompañar platos intensos y bien sazonados!
Infinitus Semillón-Torrontés 2011 ($49): La vitivinicultura de la Patagonia esconde algunas
joyitas como esta, que vale la pena descubrir y disfrutar. Un blanco austero y
muy elegante, ideal para la mesa acompañando frutos de mar. Sus aromas son
sobrios y agradables (frutas de carozo, manzana verde, trazos de miel), así que
no interfieren para nada con los alimentos. La boca es su punto más
destacado; tiene una entrada seca, es sabroso, de buen volumen, con
excelente acidez natural -que ayuda a “limpiar” adecuadamente el paladar- y
larga persistencia. ¡Un blanco verdaderamente “gastronómico”, que no falla
jamás con pescados o mariscos!
Don Cristóbal Verdelho 2012 ($49,50): Un vino elaborado con una cepa portuguesa casi desconocida en nuestro medio. Este producto ya ha ganado varios reconocimientos en el extranjero, aunque por aquí sigue siendo todavía una novedad. Es un blanco bien ligero, de aromática frutal y boca delicada. Una copa como aperitivo es genial.
Jean Rivier Tocai Reserva 2010 ($60): Un complejo y exquisito vino blanco de uvas tocai (friulano), fermentado y criado en barricas de roble; elaborado por manos suizas en San Rafael. En nariz sorprende por su complejidad, con trazos herbáceos y minerales (habituales en la región), notas a pan y levadura fresca; todo sabiamente enmarcado con suaves aportes de la madera (tostado, vainilla, lácteos). En boca es un vino de cuerpo medio, con una textura cremosa muy agradable y refrescante acidez. Es un verdadero desconocido, que merece ser descubierto y disfrutado.
Jean Rivier Tocai Reserva 2010 ($60): Un complejo y exquisito vino blanco de uvas tocai (friulano), fermentado y criado en barricas de roble; elaborado por manos suizas en San Rafael. En nariz sorprende por su complejidad, con trazos herbáceos y minerales (habituales en la región), notas a pan y levadura fresca; todo sabiamente enmarcado con suaves aportes de la madera (tostado, vainilla, lácteos). En boca es un vino de cuerpo medio, con una textura cremosa muy agradable y refrescante acidez. Es un verdadero desconocido, que merece ser descubierto y disfrutado.
Alta Vista Premium Torrontés 2011 ($69): Si tengo que elegir un Torrontés realmente “de manual
de enología”, no hay dudas que mi favoritismo recae en este producto. Un blanco
elaborado con uvas de Cafayate (Salta), que ofrece todos los atributos que uno
espera de nuestra variedad emblemática. Seductores perfumes de uvas frescas y
flores blancas (jazmines, azahares, rosas); que dan paso a una boca ágil,
sumamente fresca, de sabores característicos y esa “puntita” de amargor que tan
bien le queda. ¡Un vino ideal para compartir con un amigo extranjero, “inflando
el pecho de orgullo”!
Humberto Canale Old Vineyard Riesling 2011 ($70): Un blanco patagónico atractivo y diferente, elaborado
con una uva de escasa difusión en nuestro país. Es un vino de nariz bastante
austera, con sutiles notas herbáceas, florales y minerales. Es boca repite los
aromas ya percibidos, sumados a una gran frescura natural (típica de las zonas
frías), volumen medio y larga persistencia. Un gran vino para comer, por la
sobriedad de su paso por boca. ¡Probarlo con una tabla de quesos suaves y
leberwurst puede ser la gloria!
Luigi Bosca Gala 3 Blanco ($180): Seductora -y atípica-
combinación de viognier, chardonnay y riesling; bien amalgamada con una breve
crianza en barricas de roble. Es un vino de raza, con gran elegancia y marcada
personalidad. Sus aromas se dirimen entre lo floral y lo especiado, con finas
notas de vainilla aportadas por el roble. En boca es voluminoso pero no pesado,
con buena acidez y un largísimo final. Es un enorme vino blanco, que pide
comida a su lado para ser disfrutado en plenitud (se me ocurre que unos
sorrentinos de salmón con una salsa de mariscos le irían de maravillas).
Trapiche Gran Medalla Chardonnay 2009 ($190): Un verdadero vino de lujo (y no sólo por el precio,
que es bastante alto). Un varietal chardonnay de manual de enología, con todo
lo que tiene que tener. Su nariz es extremadamente compleja, con frutas blancas
de carozo, suaves notas mantecosas, tonos de vainilla y caramelo (del roble) y
una puntita mineral que le suma complejidad. En boca es de gran volumen,
armonioso y de medida acidez. Es un vino sumamente disfrutable, que no cansa
para nada. Tiene una gran persistencia. Si bien está óptimo para tomarse ahora,
creo que este vino podrá seguir ganando en botella por un par de años. Otro
vino que necesita acompañarse con comida para realmente ser disfrutado (Un
pescado blanco a la parrilla puede ser un gran compañero para que el vino se
luzca en plenitud).
Lágrima Canela 2009 ($200):
Realmente pocos vinos blancos en Argentina llegan a tanta complejidad y
elegancia como este blend elaborado por el enólogo Walter Bressia. Un corte de
uvas chardonnay y semillón sabiamente criado en barricas de roble, que da lugar
a notable exponente. Al servirlo puede parecer algo parco y austero, pero luego
de un ratito en la copa despiertan sus variados aromas de frutas frescas
(manzanas, peras, damascos blancos), frutas secas (avellanas) y herbáceos
suaves (manzanilla, te negro). Al llevarlo a la boca es un vino sumamente
voluminoso -a ciegas podría parecer casi un tinto-, pleno de sabores, acidez
perfectamente ensamblada y un larguísima persistencia. ¡Un blanco de lujo, para
obsequiar o descorchar en una ocasión muy especial!
**** Esta nota fue publicada originalmente en la excelente web de Fondo de Olla ****
Coincido en el comentario respecto a lo relegado que quedan a veces las uvas blancas. Particularmente yo, soy un amante de los tintos y pocas veces me fijo en los blancos. Hasta para acompañar un sushi o pescado, tiendo hacia la elección de un espumante o eventualmente un buen Pinot Noir. Pese a ello, reconozco que has publicado una muy buena y variada selección de blancos para tener en cuenta.
ResponderEliminarAbrazo
WILLIE
Estimado WILLY:
ResponderEliminarMuchas Gracias por tus elogiosos comentarios !!
Hay que prestarle atención a los vinos blancos... Si no, uno "se pierde parte de la película"... jejeje
Ojalá encuentres en esta selección alguno que te guste !!
Un abrazo. ROBERTO
Roberto, coincidimos aunque soy mas tomador de rosado que de blancos !!!
ResponderEliminarEl infinitus Semillon Torrontes y el Don Cristobal Verdhelo son vinos que siempre sigo y nunca defraudan.
El Riesling de Canale es extraordinario en aromas pero en la boca me defraudó un poco.
Abrazo
Querido FABIÁN:
ResponderEliminarA mi me pasa al revés, prefiero los blancos a los rosados...
Me gustaría seguir al Riesling de H. Canale, a ver como lo van trabajando a través de las añadas...
Muchas Gracias como siempre por comentar !!
Un abrazo. ROBERTO
Ummm... Yo cada vez tomo menos Blancos...
ResponderEliminarY Rosados ni hablar: no pongo un peso más sin haberlo probado antes!!
En los último año solo compré 2 botellas, una (hace mes y medio) fue del Riesling que sacaste (todavía no lo abrí). La otra fue un Chardonnay ahora en vacaciones en la costa (y tampoco tuve oportunidad de abrirlo).
Según mi intuición, además del Riesling, eligiría el Infinitus. Y si me invitan, el Trapiche también!! (nunca gasté tanto en un Vino).
Abrazo!
ADRIÁN:
EliminarMira que loco... Yo cada vez tomo más blancos !!
Si bien prefiero los vinos tintos, un par de copas de blanco me encantan para abrir una velada...
Los rosados son un tema más complicado, no hay tantos...
Creo que te va a gustar el Riesling de Canale !!
Un abrazo. Gracias por comentar !!