Si bien el cambio casi nunca no nos favorece, creo que también hay bastante desconocimiento -y quizás un poquito de chauvinismo- en los consumidores locales, que pocas veces se animan a probar vinos extranjeros.
Por eso, celebro que aparezcan productos como este del proyecto (de dos hermanos argentinos que hacen vinos en Francia), que permiten "abrir el paladar y la cabeza" sin gastar una fortuna.
De toda la línea que entra al país, recomiendo el Blend Blanco. Un ensamblaje bordeles típico de Semillon y Sauvignon Blanc, con una breve crianza en barricas usadas.
Propone una nariz fresca y de moderada complejidad, con aromas herbales, cítricos y algo melosos. En la boca es sabroso y pleno; de paso franco y apenas untuoso, con balanceada acidez y largo final. Un excelente blanco para la mesa, compañero ideal -por ej.- de unos sorrentinos de salmón.
¡El precio puede parecer alto, pero la calidad del vino -y la chance de probar algo distinto- creo que bien lo vale! ($1800)
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