En este último mes, varias personas me han preguntado cuales son los vinos que tomo con más frecuencia, o los que ofrezco a mis amigos cuando me visitan en casa. Es una pregunta algo difícil de responder, pues trato siempre de probar productos diferentes. Sin embargo, estoy dispuesto a develarles algunos de mis vinos de cabecera (aquellos que bebo con asiduidad, que utilizo en eventos y clases, o que me parecen excelentes en su relación precio-calidad).
Si quieren conocer algunos de mis “comodines”, los invito a leer esta breve nota:
Vinos económicos, para quedar bien por poca plata: A veces nos invitan a reuniones familiares o de amigos multitudinarias, donde hay tanta gente que es imposible estimar el gusto por el vino de los participantes. La idea aquí es llevar vinos económicos y que gusten a todos. En vinos blancos una buena opción puede ser el Suris Viognier-Chenin 2011 ($19); un blanco simple y rico, de perfil floral y cítrico, que “pasa como agua”. Si la consigna es beber tintos, los vinos de esta bodega del este mendocino también nos “dejaran bien parados”. Por el ejemplo el Suris Cabernet-Syrah 2011 ($21), tinto liviano, frutado y ágil en boca, que gusta por su sabor directo y sus taninos amables. Estos dos vinos tienen a favor además el encontrarse con facilidad en el comercio minorista, lo que los vuelve doblemente atractivos para estas ocasiones.
Para seducir a quienes no toma vino con frecuencia: Muchas veces me veo en la situación de tener que ofrecer vinos a personas que no beben con asiduidad. En estos casos -que para mi son un pequeño desafío- siempre pienso en vinos suaves, de bajo alcohol y tanicidad. Si ofrezco vinos blancos, la elección suele recaer en el Castel Chandon S/A ($20); un gran clásico argentino, extremadamente ligero y vaporoso, con nariz austera -herbácea, frutal- y una boca veloz y refrescante. Si ofrezco rosados, suelo convidar el Familia Gascón Malbec-Sangiovese Rosé 2011 ($40); otro producto bien liviano y frutado, de trago amable y frescura sostenida en el paladar. Si tengo que cautivar con un tinto, elijo servir el Cicchiti Sangiovese 2007 ($75); un tinto que es “pura seda” en la boca, con sus sabores frutales maduros y su paso liviano y envolvente. Para quienes no me dejan tentarlos con vinos secos, mi última opción es Quara Torrontés Dulce Natural 2011 ($30); un vino salteño muy perfumado, de sabor dulzón, ligero en alcohol y realmente muy entrador.
Rosados para quienes no quieren dejar de tomar tintos: Hay gente muy fanática de los tintos, que no quieren beber otra cosa. Sin embargo, para estos casos tengo “dos ases bajo la manga”. Son dos vinos rosados, de buen cuerpo y estructura, como para no echar en falta a los vinos rojos. El primero es el Portal Andino Syrah Rosé 2011 ($22), una novedad de San Rafael de color cereza oscuro, aromas frutales y especiados, con cuerpo medio y taninos apenas presentes. El otro es el Kaiken Malbec Rosé 2011 ($49), un rosado intenso en todo sentido, que se puede “poner de igual a igual” con las carnes o las pastas y no se notará la ausencia de los vinos tintos en la mesa.
La hora de los espumosos: Un festejo familiar o laboral no puede terminar sin un buen brindis ¿no? Las burbujas suelen ser productos algo más caros que el resto de los vinos, así que su elección debe ser muy esmerada. Para brindis populares se puede probar con el Canciller Extra Brut S/A ($32); un espumoso liviano, fresco y agradable de beber, que “no rompe el presupuesto” en grandes celebraciones. Para convites más pequeños o familiares me gusta servir el Norton Cosecha Especial Extra Brut ($58), clásico espumoso nacional, que gusta a todo el mundo por su elegancia frutal y fina burbuja. Si el brindis es para sorprender a un conocedor, mi elección recae en el Cruzat Cuvée Reserva Brut S/A ($90), un verdadero “tapado” que sorprende por su complejidad de aromas que van desde las peras y manzanas hasta notas de pan fermentando, brioche y almendras. En la boca es un producto seco, de buen cuerpo, perlage elegante y excelente persistencia para el rango. Un espumoso para “hacer chin-chin por todo lo alto”.
¿Tienen ustedes algún vino preferido o “para sorprender”? ¿Me lo quieren contar por aquí? ¡Hasta la próxima copa!
**Esta nota fue publicada originalmente en la web cordobesa de Circuito Gastronómico**