A través de los siglos, los
diferentes cepajes vitivinícolas siempre han estado ligados a su terruño de
origen. Así el Malbec siempre fue de Cahors, el Tannat del Madiran, la Syrah de
la Côtes du Rhône y la Sauvignon Blanc del Val de Loire (todos en Francia).
Esta asociación tan estrecha se debía a largos siglos de adaptación a ese clima
y suelo.
Con el descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo en la Edad Moderna,
las uvas fueron llevadas allí y naturalmente buscaron zonas geográficas de
climatología similar, donde se desarrollaron en plenitud. El Malbec se adaptó
de maravillas a la región mendocina de Lujan de Cuyo, el tannat se instaló en
las templadas regiones de Uruguay -y en
nuestro noroeste-, el syrah se hizo famoso en Australia -pero también en San
Juan- y el sauvignon blanc prefirió los climas fríos y se fue a Nueva Zelanda o
Chile -y a las zonas frescas de Mendoza y la Patagonia-.
Hasta aquí todo seguía una lógica biológica
-valga el juego de palabras-. Sin embargo, con el trabajo esforzado de
ingenieros agrónomos y enólogos de todo el mundo, se pudo “torcer el destino” y
adaptar variedades vitícolas a zonas impensadas apenas algunas décadas atrás. Estas
experiencias tuvieron sus altibajos, pero permitieron experimentar y descubrir
algunos vinos diferentes.
Si les tienta la idea de disfrutar algunos productos que pertenezcan a esta
categoría de “vinos de donde no esperabas”, aquí van seis interesantes propuestas:
Andeluna Torrontés 2011 ($45): Hasta hace
algunos años, decir torrontés era decir Salta. Sin embargo, hoy vemos como esta
uva a llegado a Mendoza para quedarse. Este blanco es el que más me gusta
de los torronteses cuyanos. Es un producto de una frescura increible, con notas
florales y cítricas que estallan en la copa embelesando la nariz. Al llevarlo a
la boca, entra apenas goloso, para dar paso luego a un vino ágil, de buen
cuerpo y moderada persistencia (sin el amargor típico de los vinos
cafayateños). ¡Lo probé varias veces y me parece un producto excelente a
un precio muy competitivo!
Gérôme Marteau Torrontés 2011 ($45) : El torrontés no se ha conformado con llegar a Mendoza, si no
que ha seguido migrando hasta la misma Patagonia. De alli proviene este blanco
fragante y vivaz ; con una seductora nariz de frutas frescas y trazas vegetales
muy agradables. En la boca es apenas amable, pleno de sabores, cuerpo medio y
persistencia correcta para el rango ¡Un vino algo dificil de conseguir -pues no
está en muchos comercios, ya que la familia elaboradora prefiere hacer una
distribución personalizada-, pero que vale la pena tomarse la molestia de
buscarlo!
RD Sauvignon Blanc 2011 ($80): Tuve la
suerte -y la sorpresa- de probar este vino en la feria Vinos de Altura hace
algunas semanas. Si no me hubieran dicho previamente que provenía de Tacuil (en
Salta, a más de 2600 m.s.n.m.), no me lo hubiese creido. Realmente es un blanco
que respeta la tipicidad de la uva, a pesar de estar cultivado en una región
donde lo último que esperaría uno encontrar es un sauvignon blanc. Al
degustarlo aparece un vino fresco, de nítidos aromas minerales, herbáceos y
algo frutales -pero sin excesos que a veces parecen artificiales-. En boca es
ligero y de acidez amable, invitando a tomar más de una copa. ¡Una rareza que
merece ser probada !
Verum Cabernet Franc Reserva 2010 ($95): La cabernet
franc es una antigua cepa de origen francés, que tiene aún escasa difusión en
nuestro país. La pequeña producción siempre se uso para cortes; recién en el
último lustro aparecieron algunos ejemplares como varietal puro. En la
Patagonia hay muy pocos ejemplares, y creo yo que este es el mejor en la
actualidad. Un tinto de buena potencia pero notable elegancia. La nariz tiene
notas de frutas maduras y toques herbáceos muy frescos, enmarcados en suaves
notas dulces de la crianza en barricas (cacao, vainilla). En la boca es amable,
sabroso, frutal y con la frescura natural de los vinos de zonas frías,
convirtiéndolo en un producto de trago muy amable. ¡Me gusta mucho para
acompañar un cordero asado, en despedida de año con amigos!
Fin Tannat 2007 ($135): ¿Quién hubiera pensado degustar un tannat de la Patagonia? Pues la
Bodega del Fin del Mundo lo ha hecho posible, a través de su línea de “single
vineyards”. De una pequeña parcela experimental -y con un rendimiento muy
acotado, que no superó los 5100 kg- se elaboró este vino particular. Al
degustarlo a ciegas cuesta decir que es un tannat (seguramente por que tenemos
en la cabeza el estilo de los vinos del norte, terrosos y empireumáticos), pero
el producto está muy bien. Tiene aromas frutados, balsámicos –anís, regaliz- y
algunas notas de buen roble; que dan paso a una boca voluminosa, de entrada
seca e intensa, con taninos recios y persistencia media. Vale la experiencia de
probar un vino diferente, aunque me parece que el precio del producto quizá sea
demasiado elevado.
El Esteco Extra Brut NV ($65): Cuando uno habla de espumosos, siempre
se vienen a la mente regiones frías (la Champagne francesa, el Penedés catalán,
el norte de Italia, quizás Mendoza o Río Negro). Sin embargo -desde hace ya un
par de años- hay que agregar a Salta a esta lista. La tradicional bodega El
Esteco (perteneciente al Grupo Peñaflor) elabora este espumoso seco de notable
calidad, en base a un corte de uvas chardonnay, torrontés y un pequeño porcentaje
de malbec. El producto en cuestión está muy bien. Sus aromas son frutales
-manzana y ananá- con algunos toques de levadura; al llevarlo a la boca entra
bien seco, generoso en sabor, con buenas burbujas, fresca acidez y notable
persistencia. ¡Si no me equivoco, las mejores burbujas del Noroeste!
¿Han probado ustedes algún otro vino de donde
no esperaban? Son bienvenidos los comentarios, para seguir descubriendo
“perlitas” enológicas...
**Esta nota fue publicada originalmente en la web cordobesa de Circuito Gastronómico**
**Esta nota fue publicada originalmente en la web cordobesa de Circuito Gastronómico**