miércoles, 19 de mayo de 2021

BEBIBILIDAD

Los términos “bebibilidad” -o también “tomabilidad”- no existen en nuestro idioma (o al menos la Real Academia Española no los reconoce como válidos). Se trata de la castellanización literal del término inglés “drinkability”, adjetivo que se podría traducir como “facilidad para beberse”.

La “bebibilidad” es un atributo positivo muy utilizado en la industria de las bebidas alcohólicas, para referirse a aquellos productos que son fáciles de beber, de los que se puede tomar mayor cantidad sin esfuerzo, esos que “pasan más rápido”.

Dicho lo anterior podría entenderse como una noción bastante abstracta; aunque muy fácil de evidenciar empíricamente, por ejemplo cuando uno se enfrenta a dos botellas de vino y se da cuenta que una “baja” mucho más rápido que la otra. Parece una demostración poco científica, pero sumamente práctica a los fines de explicar el concepto.

Se han escrito varios trabajos académicos sobre el tema, pero al leerlos dejan más dudas que certezas. No está del todo claro cuáles son las características intrínsecas de la bebida que aumentan su “tomabilidad”, aunque hay ciertos indicios.

En general, los sabores y/o sensaciones táctiles de poco “impacto” en la boca hacen la bebida más bebible. Así por ejemplo, un vino blanco algo dulzón será más fácil de tomar que otro de marcado sabor amargo/ácido; o un tinto de taninos mansos se aceptará con mayor facilidad que uno muy astringente. Sin dudas se trata de una generalización, pero que sirve a modo de ejemplo.

Cabe mencionar -para matizar y/o complejizar aún más el asunto- que el “gusto adquirido” por las costumbres alimentarias en las distintas culturas puede alterar estas percepciones, haciendo que las generalidades mencionadas en el párrafo anterior no sean siempre extrapolables a todos los consumidores. Por ejemplo, una cerveza con chile picante podría ser rechazada por muchos bebedores argentinos, pero seguramente muy disfrutada por los mexicanos.

Resumiendo, la “tomabilidad” sin dudas existe, aunque su definición académica quizás deba esperar…

¿A qué viene todo este texto? A que anoche me tomé este vino tinto de Revancha Wines, que me resultó tan fácil de beber que con mi esposa nos tomamos toda la botella antes de la mitad de la cena. ¡Si eso no es “bebibilidad”, no sé qué decirles!

La Primera Revancha Merlot 2019 ($1600)

No hace falta decir que la Merlot es una de las grandes uvas tintas del mundo (aunque en nuestro país le demos poca bola). Este ejemplar, vinificado con uvas de Tupungato por Roberto & Rodrigo de la Mota en su proyecto familiar, muestra el lado más amigable de esta variedad. A la vista exhibe un color violáceo profundo, límpido y brillante. La nariz es intensa y rebosa de recuerdos a frutas negras y especias dulces. A la boca entra amable y frutado, casi goloso; a pesar de tener buena estructura su paso es franco y fluido gracias a una acidez perfectamente ajustada, para cerrar con taninos pulidos y larguísima persistencia. ¡Un vino bastante costoso, pero que merece la pena ser disfrutado! ($1600)


 ¿Y ustedes, me recomiendan algún otro vino altamente “chupable”? 

miércoles, 5 de mayo de 2021

LA HORA DEL SEMILLÓN

Sin lugar a dudas, la Semillón es una de las grandes uvas blancas del mundo.

Originaria de Bordeaux, vivió épocas de esplendor en las primeras décadas del siglo XX, cuando llegó a ser la uva blanca más plantada a nivel global. Desafortunadamente, hoy ha quedado algo relegada, ocupando el vigésimo puesto en importancia productiva.

Está en el encepado argentino desde mediados del siglo XIX, cuando ingresó al país junto a otras cepas francesas. Si bien llegó a ocupar una superficie considerable, hoy la producción se ha estabilizado en unas 654 hectáreas (más del 80% ubicadas en Mendoza y el resto repartidas entre Río Negro, San Juan y Neuquén).

Formó -y forma parte aún hoy- de muchos históricos cortes blancos mendocinos; aportándoles estructura, untuosidad en boca y longevidad a los mismos. Durante mucho tiempo permaneció “anónima” en las etiquetas de los famosos “Chablis” nacionales, con algunas pocas excepciones que se animaban a poner el nombre de esta uva en la etiqueta (parece ser que el primer Semillón vendido en el país con mención varietal fue el de Humberto Canale en el año 1975).

Si bien hubo bodegas que siempre apostaron a esta uva con ejemplares destacados (como la ya mencionada Canale, Lagarde, Lopez, Mendel, Vistalba o Ricardo Santos), yo creo que hoy estamos viviendo “la hora del Semillón” en Argentina, pudiendo disfrutar de muchos blancos increíbles.

Cuando pienso en el Semillón en general imagino un vino más bien “austero”; con aromas suaves de perfil herbáceo, apenas cítrico o meloso; unidos a una boca seca, potente y estructurada, de acidez media.

Por eso, me sorprendió sobremanera está novedosa etiqueta elaborada por el enólogo Pablo Navarrete del Proyecto Vinos de La Luz (Valle de Uco - Mendoza), que explota el lado más frutal y amigable de la cepa.


                     

Callejón del Crimen Perlas de Parcela Semillón 2020 ($1100)

Este Semillón -de muy pequeña tirada- proviene de un añoso parral ubicado en El Cepillo, bien al sur del Valle de Uco. Fue vinificado de manera tradicional, con una breve crianza en tanques sobre sus lías finas y envasado sin ningún contacto con roble.

Propone una nariz limpia de mediana intensidad, donde destacan evocaciones de frutas blancas -duraznos, damascos-, algo de cítricos, hierbas silvestres y un leve fondo “mineral”. En boca tiene entrada amable, cuerpo medio y paso fluido; refrenda sus sabrosos recuerdos frutales, con balanceada acidez y un grato final.

Recomiendo servir frío -no helado-, para disfrutar mejor sus sutilezas. Puede ser una buena copa para el aperitivo, pero también puede escoltar platos de sabores delicados.

Distribuye en Córdoba: Grandes Vinos Argentinos.

 ¿Y a ustedes, les gusta el Semillón? ¿Con cuál se han sorprendido en el último tiempo?