El vino es el único filtro que puede devolverte tu Juventud /
¡Divina estación de las rosas, del vino y de los amigos sinceros! /
¡Goza de este instante fugitivo que es la vida!” (
No tengo dudas que
tomar vinos blancos es una elección certera en Argentina. Quienes me siguen
usualmente en esta página, ya habrán leído más de una vez mis consejos y recomendaciones sobre estos vinos; pues -en
el mismo precio de mercado- se pueden encontrar mejores blancos que tintos.
El verano es la mejor
época para disfrutar de ellos, ya que al beberse fríos ayudan a refrescarse y
quitar la sed.
¿Quién no se tienta en las tardes estivales con una copa completamente empañada por la frescura del dorado líquido?
¿Quién no se tienta en las tardes estivales con una copa completamente empañada por la frescura del dorado líquido?
Aquí seis sugerencias
-aptas para todos los bolsillos- que seguro “darán en el blanco”:
Hagmann
Manzanilla S/A ($30): Este vino es una verdadera
rareza, de esas que ningún enófilo apasionado debería dejar de probar. Un vino
absolutamente diferente, elaborado con una antigua técnica española de crianza
denominada “bajo velo de flor” (el producto envejece largo tiempo en barricas
bajo una delgada capa de hongos, que van modificando los aromas y la estructura
del vino). El resultado es un blanco vaporoso y etéreo; con nítidos aromas
de frutas secas (almendras, nueces), paso de boca seco y final apenitas amargo.
¡Un excelente aperitivo, para degustar bien frío y sentirse por unos instantes
en la bella y soleada Andalucía! ¡Olé!
Alta
Vista Premium Torrontés 2011 ($65): Si tengo que
elegir un Torrontés realmente “de manual de enología”, no hay dudas que mi
favoritismo recae en este producto. Un blanco elaborado con uvas de Cafayate
(Salta), que ofrece todos los atributos que uno espera de nuestra variedad
emblemática. Seductores perfumes de uvas frescas y flores blancas (jazmines,
azahares, rosas); que dan paso a una boca ágil, sumamente fresca, de sabores
característicos y esa “puntita” de amargor que tan bien le queda. ¡Un vino
ideal para compartir con un amigo extranjero, “inflando el pecho de
orgullo”!
Escorihuela
Gascón Viognier 2012 ($72): Un blanco que es casi una “golosina”, para “tomar sin parar” en
las cálidas nochecitas de este mes de enero. Un vino que sigo hace por lo menos
diez cosechas; y que siempre me ha hechizados con sus nítidos perfumes frutales (melón, duraznos blancos, damascos,
peras) y florales, de mediana intensidad. En la boca se repiten las jugosas
sensaciones frutales; siendo un vino muy untuoso, de buen cuerpo y acidez
moderada. ¡Un vino exquisito, para gozar en una noche maravillosa junto al rio
o frente al mar!
Riglos
Quinto Sauvignon Blanc 2012 ($80): Un blanco
bastante “salvaje”, con todo el ímpetu y la frescura de los Sauvignon Blanc del
Valle de Uco (Mendoza). Un vino con una tipicidad envidiable; de nariz
marcadamente vegetal (pasto recién cortado, ruda) y algo frutada (ananá,
cítricos); acompañada de una boca de acidez filosa, andar liviano, grado alcohólico moderado y buena
persistencia. ¡El aperitivo ideal en tardes de calor!
Lagrima
Canela 2009 ($200): Realmente pocos vinos blancos
en Argentina llegan a tanta complejidad y elegancia como este blend elaborado
por el enólogo Walter Bressia. Un corte de uvas chardonnay y semillón
sabiamente criado en barricas de roble, que da lugar a notable exponente. Al
servirlo puede parecer algo parco y austero, pero luego de un ratito en la copa
despiertan sus variados aromas de frutas frescas (manzanas, peras, damascos
blancos), frutas secas (avellanas) y herbáceos suaves (manzanilla, te negro).
Al llevarlo a la boca es un vino sumamente voluminoso -a ciegas podría parecer
casi un tinto-, pleno de sabores, acidez perfectamente ensamblada y un
larguísima persistencia. ¡Un blanco de lujo, para obsequiar o descorchar en una
ocasión muy especial!
Dolium
Chardonnay Dulce Natural 2012 ($55): Los vinos
dulces son un boom de ventas en el último año, pero no todas las propuestas
disponibles hoy en el mercado son
realmente interesantes (hay demasiados productos blandos, empalagosos y casi
planos). Sin embargo, este producto de la bodega mendocina Dolium se separa
fácilmente del resto, destacando por su buen balance. Tiene aromas seductores
que recuerdan a confitura de ananá y duraznos en almíbar; en la boca su dulzor
moderado se equilibra gracias a una
buena acidez natural y un final amarguito muy suave. ¡Un blanco para beber más
de una copa sin cansarse, acompañando postres frutales!
¿Y
ustedes, que vinos blancos están disfrutando? ¡Hasta la próxima copa!