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Gracias a mi oficio de sommelier, tengo la
posibilidad de catar muchos vinos diferentes cada semana. Una tarea a veces algo
rutinaria, pero que resulta muy gratificante.
Esta actividad me
permite tener una visión privilegiada del mercado del vino nacional, y descubrir
de vez en cuando esas “perlitas ocultas” que vale la pena investigar.
En esta selección hay
tres vinos que fueron novedades para mí, así como tres “clásicos” que volví a probar
luego de mucho tiempo. Todos me resultaron sumamente atractivos, y -a pesar de
no ser baratos- creo que están bien ubicados en su segmento de precios.
Si se reconocen entre
los enófilos más curiosos, no dejen de probar algunas de estas sugerencias:
Cavas
de Crianza Chardonnay 2014 ($105): A veces, la mejor palabra
para definir un vino es simplemente “rico”. Tal es el caso de este blanco
mendocino sencillo y de trago amable, elaborado por la pequeña bodega familiar
Clos de Chacras (Lujan de Cuyo). Un vino de aromática fresca y juvenil, donde
se perciben evocaciones de manzanas, peras y algunos toques melosos. En la boca
es liviano y de paso vivaz, de sabor frutado, con acertada acidez y modera permanencia.
¡Un Chardonnay para beber varias copas!
Ji
Ji Ji Chenín Blanc 2015 ($140): ¡Este vino es una rareza
por donde se lo quiera mirar! Arranca en su nombre, que puede sonar extraño
para muchos (aunque no para los fanáticos del grupo musical Los Redonditos de
Ricota). Está vinificado con uvas Chenín Blanc de Villa Seca (Valle de Uco),
cosechadas tempranamente y fermentadas con la mínima intervención posible. El
resultado es un vino chispeante y de silueta delgada, que “rompe los esquemas”
de los blancos tradicionales. A la vista tiene una tonalidad verdosa algo
turbia, pues no ha sido filtrado para preservar su riqueza aromática. En la
nariz ofrece nítidos recuerdos herbáceos y cítricos; que continúan en una boca gustosa
y veloz, con leve “petillant” (presencia de gas carbónico remanente de la
fermentación), acidez vibrante, moderado grado alcohólico (10,5%) e interesante
persistencia. No es un producto fácil de hallar en las góndolas locales, pero
sin dudas amerita el esfuerzo de la búsqueda. ¡Un blanco único, ideal para
acompañar sushi o comida peruana!
Gérôme
Marteau Reserva Merlot 2010 ($130): Me encanta este
vino rionegrino, lo sigo hace varias cosechas y creo que tiene mucho para
entregar por su precio. Un tinto elaborado en pequeñísima escala por la bodega
de la familia Marteau, en la localidad rionegrina de Gral. Fernández Oro. Brinda
un perfil aromático profundo y sobrio, donde se distinguen perfumes de frutas
pasas, especias y singulares sensaciones minerales. Al probarlo se lo percibe sabroso
y seco, de cuerpo medio y paso franco; redunda en sabores terrosos, con acidez
equilibrada, taninos suaves y moderada persistencia. ¡Para volver a disfrutar
de los grandes Merlot de nuestra Patagonia!
Benegas
Don Tiburcio 2010 ($188): Un “histórico” de la prestigiosa
bodega lujanina, que a mi entender representa el sempiterno gusto argentino en
vinos tintos. Un corte de uvas bordelesas (50% Malbec, 20% Cab. Sauvignon, 20%
Cab. Franc, 5% Petit Verdot y 5% Merlot), criado durante 10 meses en roble
francés y estibado en botellas un par de años antes de salir al mercado. Un
tinto suculento y de gran presencia, con múltiples aromas donde se insinúan las frutas rojas y negras
maduras, las especias, los intensos trazos balsámicos -anís, eucaliptos- y los sutiles
dejos avainillados aportados por las barricas. Al llevarlo a la boca es un
tinto potente y recio, de paso franco, que refrenda los sabores frutados, con balanceada
acidez, taninos firmes -pero bruñidos por la estiba- y una largo post-gusto. ¡Vinazo,
para descorchar en un asado con tus amigos del alma!
Budeguer
Extra Brut ($130): Si bien la bodega tiene este producto en el
mercado hace más de un año, recién tuve la posibilidad de degustarlo en estos
días. Un espumoso de notable calidad, en un valor de mercado muy competitivo.
Fue elaborado por el método champenoise de segunda fermentación en botellas,
con un corte de uvas Pinot Noir y Chardonnay. Propone una paleta aromática diáfana,
donde las reminiscencias frutales se combinan sabiamente con notas de panadería
y frutas secas. En la boca es gustoso y seco, de “perlage” elegante, con equilibrada
acidez y grata persistencia. ¡Un espumoso para tener siempre en la heladera y
no privarse de ningún brindis!
Nieto
Senetiner Grand Cuvée Brut Nature ($195). Otro vino
burbujeante mendocino que pude disfrutar en estos días y que -a pesar de
haberlo probado en varias ocasiones- me volvió a sorprender por su complejidad
y finura. Un espumoso rosado (técnicamente un “blanc de noirs”, o sea un blanco
de uvas tintas) realmente magnífico, elaborado también por el método
champenoise, pero en este caso con un acertado ensamblaje de uvas Pinot Noir y
Malbec. Regala una nariz prístina y fragante, con nítidos aromas de frutas rojas
acidas, levadura fresca y tonos tostados; que dan paso a una boca sabrosa y
agradablemente seca, con burbujas delicadas, acidez refrescante y larga
permanencia. Un producto que a mi entender vale cada peso pagado, siendo una
excelente compra. ¡Perfecto para celebrar una ocasión especial!
¿Y ustedes, que han
probado de nuevo este último tiempo?
***** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico *****
***** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico *****