Les dejo aquí una nota que escribí para la Revista Wine+ (Club del Vino de Argentina y Uruguay), publicada en la edición de abril de 2013.
Los
invitamos a recorrer la historia vitivinícola desde lo que rezan los
evangelios. Pasajes y posturas que el cristianismo, el islamismo, el hinduismo
y el budismo tienen para con nuestra bebida predilecta.
EL
VINO EN EL CRISTIANISMO
La Biblia, el libro
sagrado de los pueblos cristianos, contiene en su texto decenas de menciones a
la noble bebida obtenida por fermentación de las uvas.
Esto no debería
sorprendernos; ya que la región geográfica donde se desarrollan los
acontecimientos plasmados en el sacro texto -conocida como el “Creciente Fértil”
(Mesopotamia, Cercano Oriente y Egipto)-, se corresponden exactamente con la
zona donde se supone que el hombre comenzó con el cultivo de la vid.
El Primer libro de las
Crónicas confirma esto, pues en sus “censos y nóminas” menciona el nombre de
las personas que estaban abocadas a estas tareas: “Semí, de los que cultivaban las viñas; Sabdí de Sefa, encargado de las
provisiones de vino de las viñas” (27:27).
Estudiando el Antiguo
Testamento, pueden hallarse numerosas referencias al vino como un don que ha sido dado por Dios para el beneficio de
los hombres.
Así en el Génesis se
lee la bendición de Isaac para Jacob: “Dios
te dé, pues, el rocío del cielo, y de la riqueza de la tierra, abundancia de
grano y de vino nuevo” (27:28).
En Deuteronomio es el propio Jehová quién
ofrece generoso: “Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su
tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino dulce y tu
aceite" (11:14). Y prosigue en Salmos: “las eras se llenarán de trigo, y los lagares desbordaran de vino
nuevo y aceite fresco” (2:24).
Además, en varios
pasajes de las sagradas escrituras se destaca la importancia del vino como un
producto alimenticio valioso y
apreciado.
En Jueces, un levita
afirma: “Y
hay tanto paja como forraje para
nuestros asnos, y hay tanto pan como
vino para mí y tu esclava y para
el servidor que está con tu
siervo. No hace falta cosa
alguna” (19:19).
Asimismo hay alguna
mención a la vejez del vino como atributo de calidad, como se lee en Efesios: “No abandones a un viejo amigo, porque uno
nuevo no vale tanto como él. Amigo nuevo es como vino nuevo; que se ponga añejo
y lo beberás con placer” (9:10)
No falta incluso alguna
mención tolerante a la borrachera, aunque de manera ocasional.
El libro de la Sabiduría propone: “Embriaguémonos
con vinos exquisitos y perfumes, que no se nos escape ninguna flor primaveral
(…)” (2:7)
Isaías todavía hace un convite aún más indulgente: “¡Vengan, voy a ir a buscar vino; o mejor emborrachémonos con licor,
pues mañana será como hoy o tal vez habrá mucho más! (56:12)
Sin embargo, son
innumerables las recomendaciones que se hacen en el texto bíblico sobre el
consumo moderado y responsable de esta bebida.
Como ejemplo, en el
libro de Eclesiástico -considerado apócrifo para algunas ramas del
cristianismo, no así para el catolicismo- se lee una exhortación directa: “Vino y mujeres extravían a los inteligentes”
(19:2).
Un poco más adelante, para matizar un poco ese dictamen, puede
encontrarse la bellísima y sabia frase: “No
te hagas el valiente con el vino, porque él ha sido la perdición de muchos.
Como la fragua pone a prueba el temple del acero, el vino prueba al hombre en
las disputas de los prepotentes. El vino es como la vida para el hombre, si lo
bebe con moderación. ¿Qué es la vida a quien le falta el vino, que ha sido
creado para contento de los hombres? (31:25-27).
Finalmente, en
infinidad de pasajes se nos previene del mal uso de la bebida, de las consecuencias
que el exceso de esta puede provocar.
Quizás los dos mejores
advertencias estén en el libro de los Proverbios, donde se avisa: “El vino lleva a la insolencia, y la bebida
embriagante al escándalo; ¡nadie bajo sus efectos se comporta sabiamente! (20:1)
y continúa “No
mires al vino cuando rojea, cuando resplandece en la copa; entra suavemente,
pero al final como serpiente muerde. Tus ojos verán cosas extrañas y tu corazón
proferirá perversidades” (23:31,32).
www.sistemadecreenciasvictor.wordpress.com
EL
VINO EN EL ISLAMISMO:
En el mundo árabe
pre-islámico, el vino -y las demás bebidas alcohólicas- se tenían en alta
estima. Gran parte de la poesía árabe clásica está fuertemente influenciada por
las temáticas báquicas, como las bellísimas “Rubaiyatas” que se atribuyen a
Omar Kayyam.
Sin embargo, con el
fuerte avance del Islamismo a partir de la Edad Media -y la consiguiente
recopilación e implantación del Corán como libro sagrado-, este aprecio por las
bebidas alcohólicas fue desapareciendo; ya que según las palabras del propio Profeta
Mahoma: "las bebidas alcohólicas son
origen de la abominación y de la inmundicia.". Al principio la
prohibición fue sugerida y gradual, para finalmente hacerse tajante y
definitiva: “Todo lo que embriaga
consumido en gran cantidad está prohibido incluso en pequeña cantidad”.
En una de las primeras
Suras del texto coránico puede leerse una frase más que elocuente, donde se
hace una fuerte asociación del vino con todo lo malo, incluso con lo demoníaco:
“¡Vosotros que creéis! Ciertamente el
vino, el juego de azar, los altares de sacrificio y las flechas adivinatorias
son una inmundicia procedente de la actividad de Satán; apartaos de todo ello y
podréis tener éxito. Realmente Satanás quiere desencadenar entre vosotros la
enemistad y el odio, sirviéndose del vino y del juego, y así apartaros del
recuerdo de Alá (…) ¿No desistiréis?”
(Sura 5, Aleyas 90-91).
Como si todo esto fuera
poco, Mahoma también afirmó explícitamente “la
ira de Dios recae sobre diez grupos de personas que tienen relación con el
alcohol: el que lo destila, aquella persona para la que se ha destilado, quien
lo bebe, el que lo transporta, la persona para la que ha sido transportado,
quien lo sirve, quien lo vende, quien utiliza el dinero producido por él, quien
lo compra y quien lo compra para otros”.
De esta manera, el vino
y demás bebidas están absolutamente vedadas para los casi 1.300.000.000 de
fieles que profesan el Islamismo.
EL
VINO EN EL HINDUISMO:
El hinduismo es una
religión -o mejor dicho, un conjunto de cultos diferentes- de tipo politeísta
(dentro de las deidades que se veneran existe una menor llamada “Váruní”, conocida como la “Diosa del Vino”).
Se rige básicamente por
cuatro textos mayores llamados “Vedas”, que condensan las enseñanzas recibidas
de Dios por los sabios a través del tiempo. Existen otros textos menores, que
complementan la doctrina hinduista. Entre ellos, quizás los textos más antiguos
sean los medicinales -ayurvédicos-, donde se recomienda el consumo de
“drakshasava”; un vino parcialmente fermentado (5-10% de alcohol) aromatizado
con varias hierbas y especias, al que se le reconocen propiedades digestivas y
revitalizantes.
Los hindúes están
organizados socialmente por un sistema casi inamovible de castas. Las castas
sociales más altas consumen regularmente bebidas alcohólicas como parte de sus
ceremonias sociales y religiosas. Estas prácticas rituales ya estaban
mencionadas en textos sagrados con más de 2000 años de antigüedad, así que se las
considera legítimas.
En el otro extremo, las
castas sociales más bajas tienen prohibido beber alcohol -al igual que la
mayoría de las mujeres-. Sin embargo, con la “occidentalización” de los hábitos
de vida -y la flexibilización del sistema de castas logrado por Mahatma Ghandi-
muchos hindúes de todos los estratos comienzan hoy a beber y disfrutar del
vino.
Como vemos, esta
religión no proscribe el vino ni los demás líquidos alcohólicos; que
indudablemente acompañan a los pueblos indostánicos desde hace siglos. Ni
siquiera el vegetarianismo estricto que practican la mayoría de hindúes es un
impedimento para el disfrute de estas bebidas, ya que el vino es un producto
natural y de origen vegetal.
www.angelsomber.wordpress.com
EL
VINO EN EL BUDISMO:
El budismo es una
religión que no impone normas estrictas a sus practicantes, sino que propone
preceptos morales que guíen sus vidas y les permitan soportar sabiamente y
estoicamente las vicisitudes de la existencia humana.
Dentro de la Ética
Budista, uno de los cinco preceptos sugiere “evitar tomar intoxicantes que
alteren negativamente la mente”. Para los budistas más radicales esto implica
prescindir absolutamente de las drogas, así como también del alcohol y la
cafeína. Para los budistas menos extremos, el consumo moderado de bebidas
alcohólicas o café está permitido, siempre y cuando no los alejé de los
principios éticos que profesen.
La libertad que ofrece
esta religión a sus seguidores -bastante similar a la que ofrece el hinduismo-,
les permite disfrutar del vino si lo desean, siempre que sean mesurados.
www.123rf.com