Esta era ya la segunda
edición de la muestra (tuvo su debut en 2012), pero la primera en la cual yo
tenía la oportunidad de participar.
Se realizó en un amplio
y bonito multiespacio para eventos llamado “Tribuna Plaza” (en una de las
esquinas del Hipódromo de Palermo). Un grupo de múltiples salones y variados espacios
al aire libre -interconectados entre sí-, muy bien diseñado y decorado.
A pesar de que fue una
actividad muy convocante en cuanto a público, nunca tuve la sensación de
apiñamiento que suelo sufrir en estas exposiciones. Buenos equipos de aire
acondicionado y amplias áreas abiertas permitieron disfrutar de la visita, a
pesar del calor reinante en la ciudad de Buenos Aires esos días. La buen señalética
interna también ayudó mucho a la movilidad y el aprovechamiento del tiempo.
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Foto propia |
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LA
ORGANIZACIÓN:
¡En líneas generales,
debo decir que me sorprendió positivamente la organización de esta exposición!
Mi solicitud de acreditación
profesional fue respondida con gran celeridad, lo que me permitió planificar con bastante tiempo el
viaje.
Todo estaba listo para
recibir a los invitados en el día y hora señalados, cosa que no es habitual en
estos casos (la mayoría de las ferias inaugura siempre con bastante retraso).
Por lo que pude hablar
con algunos expositores conocidos, ellos también estaban bastante conformes con
la gestión interna de la muestra.
Un aspecto que se puede
mejorar es de las copas -eran muy pequeñas y con bordes gruesos-, quizás vendiendo
o alquilando copones para quienes les interese.
Sólo puedo referir una
pequeña queja, que fue el largo tiempo que demoré para la obtención de mi credencial
el primer día (unos 45 minutos). Creo que esto es un detalle menor, que sin
dudas puede ser solucionado con facilidad con algo de gestión en la puerta.
TODO LO
QUE HABÍA PARA DISFRUTAR:
Según los
organizadores, la feria contó con la presencia de 45 bodegas, 25 empresas de
bebidas en general, 6 cerveceras, 54 productores de alimentos -desde grandes
multinacionales hasta pequeños elaboradores artesanales de quesos y delicatesen-
y 5 empresas productoras de café. La
verdad es que no me puse a contar, pero la oferta era tan amplia que fue
imposible probar todo lo que había disponible.
Lógicamente me dediqué
casi con exclusividad a probar vinos. Sin embargo, el hecho de tener a la mano
tantas cosas ricas, permitía hacer pequeños descansos para picotear algunas delicias
y renovar el paladar. También había mucha agua mineral disponible para beber y
enjuagarse la boca, cosa que se agradece en este tipo de eventos.
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LO
QUE PUDE PROBAR:
Como ya lo dije, me
concentré principalmente en los vinos. Pude descubrir algunas primicias
interesantes, pero sobre todo me dediqué a revisitar el portfolio de algunas
bodegas clásicas que quizás tenía algo olvidadas.
Entre las novedades que
pude disfrutar, me llamaron la atención el Diamandina
Malbec 2010 ($50), el Dante Robino
Reserva Malbec 2011 ($100), el Emilia
Moscatel de Alejandría Dulce Natural 2013 ($45), el Humberto Canale Espumoso Rosado Dulce ($60) y el Viniterra Select Malbec-Carmenere 2012
($150).
Entre los stands en los
que me detuve a degustar casi todas sus gamas de vinos, me dejaron una impresión
de gran solidez y consistencia las bodegas Alta
Vista, Antucurá, Alfredo Roca, Casa Bianchi, Dante Robino,
Goyenechea, Humberto Canale y Terrazas.
Son empresas vitivinícolas muy conocidas, que elaboran productos que uno prueba
de vez en cuando; pero vaya a saber por qué razón no se le presta la suficiente
atención. Esto me resultó en una gran enseñanza: Nunca se deben “dejar de lado”
los clásicos, aunque uno ande siempre “a la caza” de novedades y rarezas. ¡No
lo olvidaré!
En cuanto a las delicatessen,
mis preferidas -como no podía ser de otra manera- fueron los quesos. Los
mejores que probé eran de Cabaña Piedras
Blancas, Fermier, Granja Arrivata, La Suerte, Produlac y Santa Olalla.
No recorrí los stands
de cervezas ni de destilados, así que no tengo muy claro que había por allí. Si
hubiera tenido un día más, quizás lo hubiese dedicado a ellos…
Lo que si visité ambas
noches -antes de retirarme de la exhibición- fue el espacio de “Café &
Chocolates”; donde pude tomarme un par de ristrettos de Café Cabrales acompañado de las dulzuras de Cachafaz y Havanna. ¡Panza
llena, corazón contento!
IMPRESIÓN
GLOBAL:
¡Sinceramente, me
pareció una exposición muy buena! Entiendo que todavía tiene mucho más para
crecer y desarrollarse, pero creo que ya ofrece un producto atractivo para los
visitantes, muy acorde al valor de la entrada que se cobra.
A pesar de su corta vida, me da la impresión que ya se ha
posicionado firmemente como referente de las ferias locales. ¡Si la
organización sigue en la buena senda, no hay dudas que será una cita obligada
en el calendario anual de eventos gastronómicos!
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