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Para aquellos
argentinos que disfrutamos del vino, hablar de Malbec es casi redundante. Todos
sabemos “de que se trata”, pues lo venimos viendo y bebiendo desde hace años…
Sin embargo, la
industria vitivinícola nacional no para de sorprendernos. Con novedosas técnicas de elaboración, con el desarrollo y
avance de nuevas zonas productivas, con las mejoras en el trabajo de la viña, e
incluso con el retorno a antiguas prácticas enológicas (fermentación en
cemento, uso de barricas usadas, largas crianzas en botella); el Malbec
Argentino sigue avanzando y mostrando nuevas facetas para seducirnos.
Deseándole larga vida a
nuestro Malbec, aquí van siete sugerencias aptas para todos los gustos y
bolsillos:
Estancia
Mendoza Malbec 2015 ($42): En el segmento más bajo de la
góndola destaca desde hace años este Malbec mendocino agradable y sencillo,
producido a gran escala por Fe.Co.Vit.A. -la cooperativa vitivinícola más
grande del país)- baja la atenta mirada del experimentado enólogo Don Ángel
Mendoza. De sinceros aromas frutales y trazos herbáceos; tiene una boca veloz, con
correcta acidez, alcohol algo elevado, taninos imperceptibles y breve persistencia.
¡No se puede pedir más por ese precio!
Don
Javier Casero Tinto S/A ($80+flete): Por tratarse de un
vino casero, la legislación actual no le
permite indicar en la etiqueta ni la variedad ni el año de cosecha. Pero se trata
de un Malbec de la vendimia 2015, elaborado en Colalao del Valle (Tucumán) por
el viticultor Luis Rolando “Rolo” Díaz. Un tinto que conmueve por su sencillez
y buena factura, con un recuerdo neto a uvas frescas. Regala aromas florales y
frutales directos, además de algunos leves rasgos vegetales. Continúa en una
boca simple, liviana y de paso cordial, con marcado sabor frutal, acidez
ensamblada, taninos suaves y moderada permanencia. Quien desee hacerse con
algunas botellas tendrá que ser paciente, pues no está en vinotecas locales y los
envíos se realizan por ómnibus o transporte. A pesar de todo les digo que vale
la pena el empeño, pues probarán un Malbec realmente diferente.
Alfredo
Roca Serie Fincas Malbec 2014 ($117): Me da la
impresión que los vinos del Oasis Sur de Mendoza -es decir, de San Rafael y sus
alrededores- han quedado un poco desplazados de las preferencias vernáculas.
Sin embargo, en esa apartada región cuyana hay viñateros históricos y productos
de altísima calidad, que bien valen el esfuerzo de buscarlos. Entre todas las bodegas
de la zona tengo predilección por Alfredo Roca, quien -junto a su familia-
produce vinos honestos, ricos y de gran tipicidad. Tal es el caso de este
Malbec fresco, afrutado y de trago amable. Propone aromas de frutas rojas de
carozo -cerezas, guindas-, más algunos resabios terrosos y herbales. Al degustarlo
sorprende por su silueta delgada y paso vivaz, con balanceada acidez, taninos
mansos y persistencia media. ¡Un Malbec para la mesa familiar de los domingos!
Gualiama
Oak Aged Malbec 2015 ($190): Un Malbec juvenil y “cafayateño
hasta la médula”, que presume con orgullo de esa bella rusticidad propia de
nuestro Noroeste. Un tinto de producción bastante exigua, proveniente de la minúscula
bodega familiar Salvador “Chavo” Figueroa. Presenta aromas frutales sobre-maduros
-higos secos, compota de ciruelas y mermeladas-, especiados -pimentón ahumado,
clavo- y terrosos; además de unas notas apenas golosas -cacao, vainilla-
aportados por el breve contacto con roble. En boca es un vino de perfil “salvaje”;
con entrada recia y paso arrollador, que
renueva impresiones terrosas y picantes, tiene ajustada acidez, taninos algo rugosos
y moderada permanencia. ¡Un Malbec que
pide carne asada a su lado!
Finca
Morera Gran Reserva Malbec 2010 ($185+flete): “Perlita”
para buscadores de rarezas. Un vino hecho a escala muy pequeña, casi para
consumo familiar. Fue ideado por el matrimonio de Pablo Lijtztain y Silvia
Morera (quien además diseño la etiqueta). Es un tinto que requiere de cierto
tiempo para disfrutarse, para que muestre a pleno la noble evolución que ha
tenido. Luce un bello color granate, signo inequívoco del paso del tiempo. Al
llevarlo a la nariz afloran variados estratos aromáticos, que van mutando con
el correr de los minutos; comenzando con aromas frutales maduros -pasas, orejones
de ciruelas-, especiados y flores secas, que pasan luego a finos tonos balsámicos
-anís, regaliz- y tostados. Al llevarlo a la boca es gustoso y aterciopelado;
de paso ligero y suelto, con acidez equilibrada, taninos bruñidos por la estiba
y dilatada persistencia. Por ahora solamente se consigue por encargo, pero
tengo entendido que desembarcará en breve por las góndolas cordobesas. ¡Un Malbec
para coleccionistas!
Finca
Abril 1922 Old Vine Malbec Gran Reserva 2007 ($500): Un vino
exquisito, que muestra el enorme
potencial de envejecimiento que tiene nuestra uva de bandera. Una partida muy limitada
(4300 botellas), que fue elaborada con racimos seleccionados procedentes de un
viñedo de más de 85 años en La Consulta (Valle de Uco, Mendoza). Tuvo una
vinificación clásica, para luego ser añejado durante 18 meses en roble francés
nuevo. Está en un gran momento para ser bebido, pues es pura elegancia. Ofrece
aromas nítidos de frutas pasas y
especias, perfectamente ensambladas con sutiles tonos de cedro y tabaco
(aportados por la crianza). Al probarlo se lo siente liviano y sedoso, redunda
en sensaciones maduras, con acidez bien integrada, taninos pulidos y un largo
post-gusto. Vale destacar su original etiqueta frontal con sistema braile, para
simplificar la elección de las personas no videntes. ¡Gran Malbec, para
compartir con grandes amigos!
Zuccardi
Aluvional Altamira Malbec 2012 ($975): Otro soberbio
Malbec proveniente del Valle de Uco, en este caso de la zona de Paraje Altamira
(una región que “viene dando que hablar” en el último tiempo por sus grandes
vinos). Un producto de altísima calidad, vinificado con técnicas tradicionales
(fermentación alcohólica en piletas de cemento -sin epoxi- y usando levaduras
indígenas, larga maceración post-fermentativa, maloláctica completa en roble y
posterior crianza durante 12 meses). El resultado es un tinto sabroso y
sumamente expresivo, que deja translucir el terruño que le da origen. Exhibe un color violáceo profundo casi
negro, que habla de su incipiente juventud. Despliega una nariz franca con
perfumes de flores silvestres, frutas en sazón (ciruelas, cerezas) y dejos
herbáceos. Al llevarlo a la boca se lo percibe ágil y fluido -a pesar de su
estructura y potencia-; tiene una entrada delicada, sabor frutado y sensaciones
minerales marcadas. Cierra con acidez vibrante y unos taninos compactos que
sostienen una grata permanencia. ¡Vinazo mendocino, para descorchar en una
ocasión especial!
***** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico *****